
No sé cuantos años cumpliría Alberto, pero lo cierto es que para cuando terminó la fiesta ya no quedaba ningún regalo sin destrozar. Casi ninguno, más bien. Porque la pelota de goma parecía intacta.
Mamá: Pero Teto, habéis estropeado todos los regalos.
Alberto: No, la pelota no la hemos rompido… es que... no sabemos cómo se rompe.
También los mayores rompemos todo cuanto podemos, incluso las cosas más bellas. Hemos aprendido a destrozar el amor, la vida, incluso a destrozarnos a nosotros mismos. La diferencia entre los niños y los que ya no lo somos es que nosotros primero nos engañamos y luego buscamos excusas.
A mi gustaría dejar de encontrar engaños que nos precipitan a horribles excusas. Lo rompemos todo. Todo me rompe.Muchos me han roto.
ReplyDeletePuedo presumir de poco porque todo lo que toco se rompe. Te presté un corazón loco que se dobla con el viento y se rompe.
ReplyDelete¡No rompas el blog!
ReplyDeleteVamos, J., piensa que los adultos reparan, aunque sean sólo los juguetes de los niños.
ReplyDeleteMuy buena observación eresfea. Nunca viene mal una visión optimista. Es más, siempre es necesaria una visión optimista.
ReplyDeleteNada es definitivo e irresoluble. Hay una frase de alguien, cómo era: todo se arregla...
ReplyDeleteSí, es verdad... todo se arregla menos.....y la .......lo arregla todo. Sieempre me da paz esa voz, siempre....
ReplyDeleteTodo se arregla. Creo que era de McGyver.
ReplyDeleteCreo que lo dijo un profesor de dibujo: "Todo sea a regla".
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