La peluquera del tatuaje
Ayer volví a Jose G Peluqueros. Estoy en la base de datos, así que me atendió la chica de la otra vez, muy guapa -cierto- y yo, contento. Me lavó y masajeó la cabeza con fruicción y agua templada, a pesar de que acababa de ducharme. Luego me guió hasta el sillón como un lazarillo. Siéntate. Desapareció un momento y cuando volvió colocó tres revistas sobre la repisa: Todomoto, Viajar y Men's Health, para metrosexuales; como vio que ni hice ademán de cogerlas, tuvo que ponerse a hablar. Me contó que había pasado el fin de semana en Hendaya y que tenia primas en Donosti y yo le pregunté si alguna habia estudiado Bellas Artes en Bilbao, porque se parecía mucho a Nahiara, una compañera de curso. Nada, su prima se llamaba Judith y hacía la carrera en Salamanca, Turismo, probablemente. Un golpetazo bíblico. Me dijo, te habré recordado a alguien y yo, muy rojo, sí. Temí que creyese que le echaba los tejos. Pasa muchas veces, ¿que no?, dijo ella y ya me quede más tranquilo; la pregunta ha sido estúpida, pensé, demasiado aventurada. Sugirió que me diese mechas color caramelo. Otro día, igual, respondí. Terminó, se cobró 14,75 euros y me fui.