Salíamos de Logroño y mi padre vio un local a la derecha de la calzada con un cartel escrito a mano: Vino rioja a granel.
Iiiihhhhhhhh (Frenazo).
Papá bajó del coche con el monedero lleno de calderilla en el bolsillo (clinc-clinc-clinc).
Papá: ¿Disculpe, cuánto cuesta la botella?
Vendedor: Cuarenta céntimos.
Papá: Bueno, pues deme una.
Vendedor: Aquí tiene. Son cuarenta y cinco céntimos.
Papá: Pero... hombre, ¿no me acaba de decir que cuarenta?
Vendedor: Oiga, y el tapón, ¿qué?
¡Andalamar!
ReplyDeleteMarruecos, hace diez días. En la cuneta venden aceite de oliva a granel. Iiiiihhh. Frenazo del coche.
-¿Cuánto cuesta un litro?
-40 dirhams (4 euros).
-Uf, qué caro. Yo le pago 20.
-Por favor, por favor, no me ofenda. Págueme 40.
-¿25?
-Venga, deme 30, porque yo amo a los hermanos españoles...
-Vale.
Toma una botella de cristal de Coca Cola de un litro. La llena.
-Son 35.
-¡Me había dicho 30!
-Sí, ¿y la botella?
-Espere.
Vuelta al coche. Llevamos dos botellas de agua mineral vacías. En los primeros días por Marruecos hemos aprendido que son objetos valiosos.
-Tome, le pago 30 y dos botellas de plástico.
-De acuerdo. ¿Y me podría dar una de esas bolsas de plástico?
-Cómo no.
Jejeje, el incomprensible mundo de los negocios.
ReplyDeleteSaludos.
ya lo decia la cancion:
ReplyDeleteenamorado de una botellaaaaaaaaaaaaaaaa!
Quien dice Logroño, dice Marruecos. Qué buena, Ander
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