
Recuerdo el día en que mamá me enseñó cómo se atan los cordones de los zapatos. Hasta entonces, los arrebujaba dentro del zapato y los pisaba con el pie. Para las clases de gimnasia utilizaba zapatillas con tiras de velcro.
Era la hora de la merienda y estaba sentado en el suelo, comiendo pan y chocolate mientras veía Barrio Sésamo. Mamá apagó la tele:
- No encenderé hasta que aprendas.
Creo que hice algún puchero, pero mamá no consintió.
- Es fácil, mira.
Me ató el cordón despacio.
-¿Ves? Ahora tú.
Y empecé con torpeza, inseguro, haciéndome nudos en los pequeños dedos, que parecían incapaces de coordinarse.
Mamá volvió a repetir el gesto, mas despacio, deslizando los cordones con suavidad.
- Javi, tú.
Me agaché, cogí los cabos y cerré los ojos hasta ver las manos de mamá. Sólo entonces las mías empezaron a moverse sólas.
Abrí los ojos.
Mamá me cogio la cabeza y me dio un beso.
- Muy bien. Muy bien, Javi, ¿ves?
Y viste.
ReplyDeleteMuy bien Javi! Además me acuerdo que al acabar Barrio Sésamo salía un niño atándose los zapatos... Me acuerdo que un día me metí contigo diciéndote que hasta ese de la tele se ataba el zapato. Te enfadaste bastante.
ReplyDeleteCatedral.
ReplyDelete...y todo eso fue a los 22 años...
ReplyDelete23 recien cumplidos. Y ví. Como en Catedral, sólo para ser igual que el niño de la tele, que sí sabía.
ReplyDeleteMi madre se dio cuenta de que yo nunca podría aprender a atarme los cordones, y me regaló 45 pares de mocasines, de los talles 1 al 45. Creo que fue una buena elección. Al menos, gané varios minutos de vida.
ReplyDeleteA ver si te pasas por el Sur un rato y me enseñas. Siempre me lío...
ReplyDeleteYo no conseguí aprender y desde entonces sólo uso mocasines.
ReplyDeleteAhora solo te falta aprender a cortarte las uñas... A ver si lo conseguimos...
ReplyDeleteLas uñas de los pies quieres decir, sobretodo, ¿no, ...dijo...?
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