
Después de una búsqueda obsesiva e infructuosa por las librerías -al final me lo prestó Eduardo- descubro que releo En la frontera (Cormac McCarthy). Es probable, recuerdo ahora, que fuese el mismo Eduardo quien me lo dejara la otra vez, hace ocho o nueve años. Vaya Deja bu.
Como el libro, yo también he retornado ocho o nueve años después, tras una búsqueda obsesiva e infructuosa. Y pienso y dudo si acaso estoy donde he de estar o, por el contrario, en un lugar al que ya no pertenezco y al que quizás nunca haya pertenecido: otra vez, en la frontera.
Agachado en la sombra irregular, con el sol en la espalda, y sosteniendo el cepo a la altura de los ojos contra el cielo matinal, parecía estar manejando un instrumento antiguo y sutil. Un astrolabio o un sextante. Como si fuese un hombre que intentara fijar su posición en el mundo. Si es que existía tal sitio. Si acaso era conocible.
En la frontera, Cormac McCarthy
Me ha encantado.
ReplyDeleteMientras estés, no está mal
ReplyDeleteLo bueno de estar en la frontera es que tienes dos opciones: ir hacia allá o hacia acá.
ReplyDeleteAhora estás donde estás. Mañana, quién sabe.
ReplyDeleteVivimos en una frontera permanente. Por eso, lo único importante es tratar de hacer las cosas verdaderamente bien. Allá donde paremos en cada momento.
A mi que me sonó a carta de navegación...
ReplyDeleteYo también lo entendí como el pianista. Por la cosa del sextante.
ReplyDeleteEstés donde estés, vayas o vengas, que tengas unos días muy felices. Tú, tus lectores y los niños del taller.
Un abrazo con orejas
Gran novela, gran novela...
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