
Nerea y Amaya asomaron las cabezas:
Tenemos que hacer recados.
Pero pasad.
Entraron. Miguel abandonó su despacho y bajó al estudio; Verónica, sobre la mesa de reuniones, escribía una carta en japonés. Bromearon:
Esta empresa no es seria, ya veis. Nada seria.
Mientras reían, él seguía con lo suyo.
Bueno, Amaya, ¿vamos?
Espera, Nere.
Qué.
Que acabe. Me gusta ver cómo dibuja.
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