
La tarde se parece a la luna, pensó al ver la plaza desierta, y el aire batía calor con reflejos de tonos dorados. Caminaba sin haber decidido hacia donde. Cruzó una calle estrecha, funambulista bajo el hilo de sombra hasta el parque. Había hablado con Laura:
Lo siento, le dijo ella, pero no me consuelas porque tú siempre lo entiendes todo y eres capaz de perdonarlo todo. Por eso sufres tanto. Pero yo no.
Los mejores fallan, insistió él. Todos fallamos. Como locos, además. Nos equivocamos sin querer y otras... muchas veces elegimos equivocarnos. Quiero decir que somos torpes y... egoístas. Sobretodo egoístas. No pensamos más que en nosotros y nosotros y yo y yo y yo. Per... pero eso no quiere decir que no seamos capaces de, de amar... de mejorar.
Cuando colgó el teléfono se acordó de las palabras de Claudia tendida en la cama de un cuarto de hotel de París, ocho años atrás:
El problema es que nos entendemos demasiado bien. Que entendemos cualquier cosa que haga o piense el otro.
Después tomó un café y se enjuagó la boca, se calzó las zapatillas, salió de casa y se echó a andar.
Por eso duele más todavía, porque lo entendemos todo.
ReplyDeletePues sin entender nada de nada, me gusta.
ReplyDeleteSeguramente sea mejor así, Néstor.
ReplyDeleteabrazote.
oye, pues mira que hacia tiempo que no te leia... y que no te veia.... cuando escriba otra vez, pásate.... no?
ReplyDeleteYo tampoco entendí nada, pero me encantó. Por cierto, qué ganas de volver a ver París, Texas. Quiero ir a Terlingua.
ReplyDeleteQué buen final.
ReplyDeleteNos vamos entendiendo pues.
ReplyDeleteLa historia es de genio,como poco.
los mjores post son aquellos que solo entiende quien escribe y algunos pocos que lo leen....
ReplyDeleteEn realidad, los mejores posts son los que no entiende ni siquiera el que los escribió.
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