
La olvidé. Por completo. Para siempre
(o eso creía entonces). Me cruzaba
con ella por la calle y no era ella
quien se paraba ante un escaparate
de ropa deportiva, no era ella
quien compraba el periódico en un quiosco
y se perdía entre la muchedumbre.
Como si hubiera muerto. No era ella.
Su nombre era el de todas las mujeres.
Luis Alberto de Cuenca
(La fotografía es de scottintheway)
...y si fuera ella?
ReplyDeleteMás vale olvidar a veces.
ReplyDeleteY sucede que, a veces, uno olvida que olvida...
ReplyDelete