
Que no nos quiten nunca la crisis a los de siempre. Me gusta tanto pasear por las mañanas, charlar con los jubilados y, sobre todo, la visita mensual a la oficina del paro:
Número. El panel. Mi turno. Qué rápido pasa el tiempo.
Hola, digo.
Siéntate, por favor, siéntate, me dice.
Y luego ya confraternizamos.
Recuerdo los años en la facultad de filosofía. Me habla de sus hijos. Saca unas pastas, anda coge una de chocolate, coge.
Coincidimos en que el Nóbel debería haber sido para Goytisolo.
Al final, elegimos entre los dos vidas posibles para mí:
- Qué ponemos, ¿fotógrafo?
- Hmmm. Fotógrafo. Vale. Vale. Fotógrafo.
- Y Cocinero.
- ¿Tú crees?
- Claro, ¿Y por qué no?
- Venga, pues.
- Cocinero Nuclear.
- ¡Anda!
- Toma, no.
- ...
- ...
- Pe... perdona
- Dime.
- Siempre he querido ser embajador en algún sitio, ¿podría ser?
- Perfecto.
- En Cuba.
- ¡Mejor!
Salgo a la calle. En la boca todavía queda chocolate. Me chupo los dientes. Me aflojo un poco el cinturón.
(La ilustración, de aquí)
Buena conversación, jaja, hay que tener amigos en todas partes.
ReplyDeleteAbrazote
¡Viva la crisis!
ReplyDeleteESa salida tuya tan temprana os dejó a todos perplejos...No por mucho madrugar amanece más temprano, jotín!
ReplyDeletebettyboop
J., la primera vez que me apunté en el paro lo hice como jardinero. De rosas, precisé. Pero lo de cocinero nuclear me gusta mucho más.
ReplyDeleteMe encanta la ilustración.
ReplyDeleteSer cocinero nuclear ha de ser la bomba.
ReplyDeleteoye Goyti igual quedamos hoy a la noche. honguero roncalés
ReplyDeletete hace?
ReplyDeleteel roncalés sin respuesta aún de javi
llámame