El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Friday, October 31, 2008

Perdónales, porque no saben lo que hacen



Miguel cruzó corriendo el estudio para buscar cobertura, pero se quedó clavado con la puerta entreabierta y el móvil en la mano, a la altura del bazo y los ojos desencajados de las cuencas. Alberto, dijo, Alberto. Y sentí mucho frío de repente. Una bomba. Quién es, joder, le pregunté. Nerea. Llamamos a casa y al móvil de Alberto y al de papá y al de Pablo y llamamos también a Mónica y a mamá pero ninguno daba señal. La urgencia en internet ubicaba la explosión en tres puntos diferentes de la Universidad. Dejamos el trabajo y cogimos el coche con la angustia en forma de náusea respiratoria, presionando la traquea y el esternón, en un trayecto desolador y lluvioso. La radio. Y nosotros, Joder, joder.

Una inmenso chorro de humo blanco se eleva en el cielo plúmbeo sobre la Biblioteca. El éxodo. Sirenas, paraguas, móviles. Dejamos el coche tirado en la rotonda cuando vemos a nuestro hermano Pablo cruzar el paso de peatones junto a mi padrino. Nos dice que Alberto está bien, que un profesor le ha dicho: he estado con Alberto, está bien. Nos dice que tenía clase a las 11 y que ha venido con papá, que iba a misa. A misa a dónde. No sé. A dónde. A arquitectura, no sé. Una chica llora a mi espalda, me gustaría decirle no llores, pero yo también quiero llorar. Y miro a Pablo, como un niño grandullón que no sabe dónde está, y me veo reflejado en su estupor de miedo impúdico, como una cuchilla que mutila la intimidad. Un crematorio móvil. La infinita tristeza. Dónde está papá. Y cuentas las ambulancias, tres, cuatro. Y la angustia es la única oración. Y las convulsiones hace frío y ya no cabe nada mas indigno, el frío, y descubres el significado de lo humillante. No te importaría saltar por los aires a ti, te cambiarías, porque no sabes donde está papá.
Y mamá. Y todas las madres. Y los padres. Y los hermanos. Y los amigos. Tanto miedo que no cabe la ira y no cabe el odio. Y quieres volver pronto a casa y que estén todos. Y mamá. Y dónde está papá. No sé, iba a misa. Quieren testimonios y con la cámara buscan y el micrófono, los testimonios. Pero no quieres segundos de fama hoy, no quieres que nadie te vea desnudo con la grasa colgando bajo el vientre. La chica sigue llorando. Y un mensaje al móvil dice estamos bien. Estamos bien. Y Miguel habla con Alberto y habla con papá, que se ponga papá.

9 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Impresionante. Ha sido como estar allí.
Que los que matan se mueran de miedo, así lo dice Joaquín y tiene razón.

1:44 AM  
Anonymous Anonymous said...

Tanto miedo y angustia... Pero ya fue, ya. Y están todos. Los conté mil veces, tiritando. Uno a uno. Aún los cuento. Y me intento reír como una tonta porque todavía estoy temblando. No quisiera olvidar nunca que, a pesar de esta barbaridad, lo que ocurrió fue un Milagro.

1:52 AM  
Anonymous Anonymous said...

Se acabó, todo ha quedado en un susto angustioso. Ya está, se acabó.

Un abrazo.

3:47 AM  
Blogger Ander Izagirre said...

Claro que hay que hablar de lo que hacen los terroristas (no de lo que dicen sino de lo que HACEN). Y este texto describe perfectamente lo que hacen los terroristas. Muchas gracias, J.

5:55 AM  
Anonymous Anonymous said...

Se me ha hecho un nudo en la garganta y lo he vivido como si hubiera estado allí.

6:27 AM  
Blogger pabolec said...

gracias, javi!!!
seguimos, seguimos, seguimos ahí...

10:07 AM  
Blogger Ángel Ruiz said...

¡Excelente!

1:50 AM  
Blogger Unknown said...

Carne de gallina me has puesto.

5:06 AM  
Blogger am said...

Antes no había reflexionado sobre todo lo que mi familia, del otro lado del mundo, le debe a la UN. Una pequeña muestra de todo el bien que sale de ahí y que se expande como dice San Pablo: venciendo al mal con el bien.

1:57 PM  

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