Blanquisonrojarla
Después de las cervezas belgas y otras cervezas, cenamos en Bocatti di Cardinali. Ella, ensalada de tomate; yo, bocadillo de magras. Compartimos agua mineral y una ración de patatas camperas.
Le pinchaba para hacerla reír -habiendo comprobado antes que la distancia que marcaba la mesa superaba la longitud de su brazo, quedándose así el puño a medio camino de mi hombro maltrecho-.
No sobran puntos por donde atacarla, así que me centraba en su orgullo bilbaino y en el más bilbaino de los orgullos, el Athletic. Logré encadenar una serie belga bien graduada de pullas, lo mejor de San Mamés es Termibús. Y es bien fea, logrando blanquisonrojarla y que se tapase la cara. Incluso intentó alcanzarme la espinilla con la punta del zapato por debajo de la mesa:
- Anda, que me caes bien -le dije-. Mira, además puedes como Capote tú también, así: Soy de Bilbao. Soy del Athetic. Soy de Abando. Soy un genio.
- ... serás... pero... qué idiota... te voy a dar. Me desesperas...
- Tooooodo para bien.
3 Comments:
¡Pobre chica! Déjala en paz ;)
Chica: Tu sigue muy orgullosa de tus orígenes, a pesar de los pesares.
Sabes que el cálculo de la distancia era innecesario: si hubiera querido, te habría alcanzado igualmente. Incluso por encima de las patatas -y eso, que son algo muy serio-. Tooooodo para bien.
Jajaja, qué simpática escena.
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