Siempre
Confieso que la noche del viernes, a eso de las 23.00 -después de Al pie de la letra, sí. Sí. Uf-, sin mando a distancia como pretexto ni atisbo de pudor alguno, me quedé anclado mirando a Fernando Esteso apoltronado en el sofá pugilístico de Dónde estás corazón. Las pécoras de oficio querían zurrarle, claro. Lo de siempre. A él y a Pajares. Sangre. O mejor, que fuese él quien zurrase a Pajares. Pues eso, sangre.
No recuerdo haber visto ningún destape del dúo, ni sé bien ni me importa, la verdad, qué le ocurre a Pajares, o cómo han sobrevivido ambos después de caer en la desgracia del éxito efímero.
El caso es que allí sentado había un hombre de 63 años hecho puré, arrastrando palabras que parecían golpear el labio inferior hasta hacerlo temblar como gelatina. Solo. Abandonado, casi. Casi: Llevo unos años viviendo con mi madre, en un pueblecito de Murcia, en Águilas. Allí donde está una madre... siempre habrá un rinconcito. Cantamos jotas, una, la única que conocemos y, si recordamos la letra, sabemos que los dos podremos tirar al menos una semana más sin alzheimer...
4 Comments:
Ay, las mamás... Qué sería de nosotros sin ellas. Y algunas veces, de ellas sin nosotros. Un equipazo.
Y tanto. Aunque la mía ya está deseando que me mude...
Me iré con Pajares
Cuando he visto el cartel de la película me he reído.
Después, el texto me ha conmovido.
Pues J. que no entiendo ni jota. Dos teorías (no te sonrías;)): 1) soy lenta, 2)este post es exclusivo para españoles.
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