Otoño
Otra vez. Otoño. Pensaba eso tendido en la cama. Cielo azul anaranjado blanquecino, húmedo. Y el incienso que le hacia volver a otra parte, tan indefenso. Debería haberle pedido a Ana, Ana, por favor, hoy no pongas incienso. Ana. Sacudido por un olor, vulnerable, mirando al techo. Los recuerdos son un lugar solitario, pensaba. Y el presente también: otoño. Se arrugaba y caía, en otoño, dibujando una espiral en el aire, hasta el suelo. Como las hojas. Vulnerable.
A su edad no debería ser uno así, pensaba. Tan vulnerable. El cono de incienso prendido en el salón: el olor dulce que sabía a Claudia pasándose la barra de labios, el vestido negro de muselina flotando en el espejo, tus manos doblando una hoja de papel. Y él que volvía atrás -solo- a sus recuerdos. Vulnerable. Un dulce hilo de humo.
2 Comments:
Es un buen nombre, Ana. Me gusta. Jaja.
A esa edad ni a ninguna.
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