Algo real
No de las que se fijasen en los culos -prietos- de sus compañeros, si no de príncipe azul que la esperase a la salida de la escuela. O no.
Y se prometió cruzar las marismas con zuecos, besuqueando a toda rana que topase, hasta encontrarlo. O no.
El fin era la búsqueda infructuosa. Hacer añicos la posibilidad remota. Como quien se pellizca en un sueño, con la esperanza de no sentir: la felicidad no, no, no puede ser algo real. Porque la tristeza es una indignidad, pero ¿acaso somos dignos de ser felices? La felicidad nos hace responsables frente al dolor de los otros. No, no, no. O no.
Besuqueaba a las ranas: y que todas salían príncipes. Y que volvía a besarlas para que recobrasen su apariencia de anfibio anuro que de un puntapié devolvía a la charca. Sí o sí.
Pero hete aquí que una mañana halló una bien fea, encaramada a un junco, como sumida en su propia idiocia reflejada en la ponzoña del agua estancada. La besó con beso de tornillo, jugueteando con la lengua incisa del bicho, que tuvo a bien transformarse en sapo hirsuto y flatulento. Y el amor hizo una finta cojonera a la lógica, pues bien sabemos que el amor es caprichoso. O no.
Y bueno, fueron casi felices un tiempo, sin forzar, intenso pero breve. Lo cierto es que no hubo perdices, que sí ancas. De sapo barbudo al ajillo. Un poco duras, pero sabrosas al fin y al cabo.
(La imagen viene de aquí)
6 Comments:
volvíchete tolo jotiña!
esto parece mais una bua do Alendegui.
¿Metemos al sapito en el micro para hacer sopa de anca?
No me has contestado...
A la ranita se le puede dar un cigarro encendido primero. A ver que pasa.
=P
Bueno, a falta de príncipes, ranas.
Yo creo que al sapito le falta un tornillo.
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