Podria quererte algun dia mucho
1
Con la cabeza gacha el futuro inmediato es el pie que viene de atrás, salvo que una voz que conoces bien interrumpa lo inexorable, pronunciando tu nombre.
Cuando se alejó unos pasos oteó sobre su hombro y ya no estaba. No la sensación de fracaso acostumbrado, no el lugar común de la derrota, sino la simple perplejidad. El diálogo breve, sin atreverse a mirarla a los ojos, casi mordiéndose el cuello de la camisa. Había perdido la perspectiva del tiempo, poco o mucho. Cuánto.
Retomó el origen, la geografía de la acera, los cordones, la puntera de los zapatos.
2
Fue ella quien le empezó a hablar. Él tenía fija la vista en sus manos sobre el mostrador con el billete de cinco euros en medio. Aquí tienes, dijo la estanquera y él no levantó la cabeza, cogió el paquete de Lucky, lo metió en el bolsillo del abrigo y esperó el cambio. Fue ella quien le empezó a hablar. Le pidió veinte céntimos y él se volvió. Hasta ese momento sólo había sentido una presencia a su espalda, el cálido aliento de fresa en la nuca. Soy una pobre estudiante y deslizó una suave sonrisa. Bueno. Separó de las vueltas una moneda de diez y dos de cinco. No te preocupes, a mi también podría pasarme. Me pasan estas cosas. Le tendió el dinero, la mano como un puchero. El le dejó paso y sin saber por qué, se quedó esperándola.
3
Nunca había sido hábil comiendo espaguetis. Así que le pidió que, por favor, le sirviera pocos. No tengo mucha hambre. Esperó a que ella empezase y la observó. Un curso rápido de enrollado: el tenedor, la cuchara.
¿No te gusta la pasta?
Oh, no... sí, sí, claro. Sí.
4
Su habitación estaba desordenada. Sucia no. Pero había que descifrarla. Ella sacó unas fotografías del cajón del escritorio. Mira, esta soy yo, tenía cinco años. Y mi padre, ¿ves? Aquí está Ana, mi mejor amiga. Ana. La echo de menos. La quiero mucho.
Yo podría quererte a ti, algún día, pensó él. Soy capaz de quererte soy. Este amor para ponerlo.
Hablaron de muchas cosas, las risas envolvieron el caos de la habitación hasta engullirlo; vieron una película. Se hizo tarde. Si hace dos días que te conozco, pensó él. Yo podría quererte algún día mucho. Yo podría hacerte reír siempre.
5
Y verse desnudo como si fuese otro, boca arriba. El cuerpo fláccido. El techo. Yo nunca he, aquel juego. Yo nunca he. Podría quererte algún día mucho, se repitió. Tan torpe en un papel desconocido. Pero ella estaba allí, a su lado, desnuda también. Conmovedora y frágil y blanca. Las formas blandas. Los besos. Los abrazos. Ella se estiró, abrió el primer cajón de la mesilla de noche y sacó una caja grande de condones. El miró. Estaba abierta. Faltaban casi todos.
(La fotografía, de aquí)
6 Comments:
Y dale perico al torno!!
Jajaja. Periquito.
J., últimamente tu blog se está especializando en preservativos.
La trilogía lo llamaremos. jaja
condonblog, amigo..........
Operadora, póngame con Don Blog.
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