El cuaderno
Todavía seguía intacto dentro del envoltorio de plástico. Ni siquiera había quitado el precio: un cuaderno de apuntes con cierre de goma y tapas negras; pequeño, manejable y elegante. Lo compré hace un par de dias en la tienda de la facultad y ya no pensaba otra cosa que en estrenarlo, al menos como complemento para el disfraz de "tipo interesante". Quizá por eso, se me ha ocurrido enseñárselo a Susana:
- ¡Halaaaa, qué chuuuuli!, ¿Me dejas abrirle?-. Abre y cierra las manos como una niña que pide que la cojan aúpa.
- Claro-. Se lo paso. Intento hacer que no la miro, mientras trata de rasgar el plástico, que se resiste, con la uña del índice.
- Jo, javi, es superbonito-. Hojea las páginas en blanco, quita y pone la goma. Me quedo hipnotizado por la escena: tan pícara, dulce, adorable, bonita.
Me lo devuelve. Pero ni si quiera lo abro, simplemente lo dejo encima de la mesa. Lo cojo:
- Toma, para tí.
- Pero Javi, es tuyo-. Me mira azul.
- Si, y es lo mejor que me ha pasado esta semana-. Broméo. De tenerlos a mano le hubiera dado la tarjeta de crédito, el pin y el D.N.I.
- Muchas gracias, ¿A que vas a ponerme algo?-. Otra vez me tiende el cuaderno.
Lo abro por primera vez.
Y le escribo esta historia.
2 Comments:
El disfraz de tipo interesante era mío, envidioso.
Pido un infográfico que nos aclare entre tantas mujeres. Por favor.
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