La promesa
Ayer hizo un buen día "flash back" para pasear por los recuerdos. Ya he contado lo del concierto de Las Perras del Infierno, Onneca y todo eso. Pero es que, además, hubo comida del estudio de pintura. Allí estuvieron: Iruña, Xabi, Naroa y María (sólo faltaron Gonzalo y Raúl). Un puñado de artistas, un puñado de historias.
Conozco a todos desde hace diez años y, aunque fui el último en llegar al taller, no me costó integrarme en el grupo. Fueron años felices y aquel piso de la calle San Antón acabó convirtiéndose en un segundo hogar. Con el tiempo, fuimos dispersándonos pero todavía, después de todos estos años y a pesar de las distancias, somos grandes amigos (algún día escribiré algo sobre cada uno de ellos).
Esporádicamente organizamos alguna cena o comida: unas veces planeadas y otras, como la de ayer, absolutamente improvisadas. Siempre surrealistas.
Ayer, decía, entramos en el australiano a las dos y salimos a las ocho de la tarde. Entre los cinco bebimos dos botellas de tinto con gas y, después, cuatro copas por cabeza.
Y así, otra vez, renovamos una vieja promesa: encontrarnos en la escultura de "El beso" de Rodin, en París, el 8 de enero de 2011. Cada uno con una bufanda de siete colores.
2 Comments:
Lo mejor de Rodin son las manos. Las manos que esculpió y con las que las esculpió. Yo también quiero ir a París.
Ah! Esta historia me suena... pero está retocada no?
A mí, lo que más me gusta de Gordillo son las piernas. He dicho.
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