La oreja
Gonzalo y yo estuvimos en la fiesta de despedida de El Alemán, un día inhóspito de enero sin frío (cuántas historias, en El Alemán). Allí acampábamos las noches universitarias de los sábados para beber Kalimotxo gratis -Xabi trabajaba de camarero-, jugar al Cadáver Exquisito, tan intelectuales, y pedir canciones como ésta.
En la barra:
Podrías ponerme un par de Katxis de Kalimotxo...
Y por detrás, muy bajito:
Y La oreja, la oreja...
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