Palomas mensajeras
Mucho me aburría el meollo. El meollo del asunto. Id al meollo, decretaban los profesores, como si se hubiese conspirado el sindicato docente a nivel mundial contra lo anecdótico, su reverso, que a mi tanto me fascinaba. Y, aún así, yo quise, durante un tiempo y a pecho descubierto, ir también al meollo del asunto. En ese breve periodo, respondía muy ufano las preguntas de los exámenes con buena caligrafía, disponiendo en orden y concretando las ideas importantes. Respondía cada vez más ufano, hasta convertirme, al fin, en un adolescente frío, taciturno, aséptico y calculador, obsesivo explorador del meollo. Poco a poco fuí dejando de hablar de asuntos triviales, hasta asomarme al abismo del silencio, donde sólo allí -descubrí- se podía vislumbrar el meollo. Abandoné el habla y los gestos y también la escritura, incluso en los exámenes, pues llegué a la conclusión de que la esencia de las cosas, el meollo en fin, era la nada. Recuerdo con nostalgia mi primer éxito: el control de lengua en que dejé la definición de sinécdoque por la mitad: Tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras,para designar un todo con el s. Después de éste triunfo práctico se sucedieron las entregas de exámenes en blanco, en los que ya sólo ponía, con caligrafía minúscula, el número de lista.
Y tu qué, me preguntó más de un profesor al que yo -por supuesto- no respondía, pues el meollo de cualquier cosa que pudiera decirle era nada. Por eso, por la nada, me quedaba en silencio, sólo mirándole los zapatos, siempre sucios. Y tú qué, repetía el profesor circunspecto. Y ya entonces respondía: Kiwi.
El silencio perduró hasta mi primera -y media- carrera de comunicador audiovisual, donde recuperé la pasión por las historias nada concretas, cuyo significado era intangible y no se preocupaban del meollo, sino de contar -muchas veces anécdotas que no llevaban a ninguna parte pero que siempre escondían verdad-.
Guardo con cariño los cuadernos de aquella asignatura, Historia de la Comunicación, que impartía José Javier Sánchez Aranda. Notas de trabajo con las que recuperé la pasión por las historias. Y recuperé la pasión por las historias -no lo olvidaré nunca- con este párrafo que me hizo reír mucho y que, todavía, doce años después, sigue pareciéndome genial:
Para mejorar los servicios, especialmente ganar en celeridad, Havas utilizó los medios más avanzados entonces, el telégrafo óptico y las palomas mensajeras, gracias a los cuales reducía el tiempo de recepción de noticias en un quinto respecto al transporte terrestre habitual. Con la aparición y uso del telégrafo eléctrico, a partir de 1845, este proceso se mejoró aún más, no sólo por ser más rápido, sino también por depender menos de las condiciones climatológicas.
(De Notas de trabajo, Desde los orígenes del periódico hasta la edad dorada de la prensa, José Javier Sánchez Aranda)
-En la imagen, Blanco sobre blanco, instalación de de Carlos Schwartz-
11 Comments:
Debería haber una galería con las historias de las palomas mensajeras claves en la historia del periodismo. Sin duda.
Mucho me aburría el meollo. Jo, qué gran arranque.
Me ha gustado mucho este texto. Y me ha recordado aquellas extrañas clases de Historia de la Comunicación en la que se hablaba del tam-tam y del belinógrafo. No sé lo que era el belinógrafo, pero un día te hablaré de él.
Aranda es un tipo gracioso y majete. Alguna que otra gran conversación tuve con él. Pero sus clases eran (puede que sean) lo peor. Infumables. Como su asignatura.
Me gustaría algún día mandar un mensaje con palomas mensajeras.
Bendito Meollo. El arranque, sí, es genial. Y... ¡¡¡Dios, yo también recuerdo esa historieta!!! A nosotros nos daba esa asignatura el irredento Francisco Verdera. Menudo cachondeo que teníamos con las palomas mensajeras... nos duró hasta cuarto de carrera.
¿belinógrafo? uff, lo he tenido que buscar. ¡Qué curiosidad!
Viernes, 29 de Febrero. Cena de letras.Vayan confrmando.
A mi me gustó mucho la asignatura y, por lo demás, José Javier fue el padrino de la promoción.
Sánchez Parranda!!!! Una vez volví a la Facultad y estuve por allí deambulando, con paco Sánchez, ta´l. De pronto me lo cruzo y le digo "hola". Me mira un segundo. ¿Usted es de la promoción del tal? ¿Nodisparenaltrompetista...No, pianista, Nodisparenalpianista" Me quedé a cuadros, porque en toda la carrera había hablado con él dos veces, tres, no se. Estuvimos un buen trato arreglando el mundo. Me has regalado recordarlo. Gracias.
Aunque yo siempre fui más de Carlos Barrera!!
Conozco a carlos Barrera desde los cinco años, pero no me dió clase en peridismo. Y el corre que te corre.
Qué majo, si. Cuando pasé por un apuro importante se portó como un campeón. Jaja, si, tiene el perfil d elos marcadores auténticos, flaco, desgarbado pero fuerte, ordenado. Un gran tipo. Imagínate hasta le compro los libros ahora!!!
Me encanta la transformación del adolescente taciturno.
¡Qué cosa bonita tener lindos recuerdos!
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