Cacahuete
- Me gustaría, sabes, no tener cerebro y enamorarme de un cacahuete, por ejemplo, que es más barato que, yo qué sé, un coche... o...
- Tienes razón. Entiendo. El problema del cacahuate y el coche es que no creo que puedan enamorarse igual que uno.
- Bueno...
- Y así no tiene chiste.
- Pero puedes creer que sí, al menos ellos no van a decirte nunca que no...
- Tampoco que sí.
- Mejor.
- Prefiero que me digan que no a que no me digan nada.
- Ah... ehmm... yo... en realidad... prefiero que me digan que sí...
- Entonces... no es lo mejor un cacahuate. Porque además de no decirte que sí, no te diría nadita.
- Pero, si escribes sí con lápiz, o rotulador, en la cáscara... y... en el fondo valdría porque dice, diría, exactamente lo que tú soñaste que dijera... sí...
- Valdría, pero en el fondo no.
- Sí. Sería el amor platónico hecho real e... imperfecto en su perfección...
- Bueno, si de amores platónicos se trata, mejor me ahorro conseguirme el cacahuate.
- Pero platónico y real... porque el cacahuete es real... harías real lo platónico... y si dice sí siempre, en la cáscara, sólo tienes que preguntarle cosas que tú quieras que la respuesta sea sí, "¿soy inteligente?" el cacahuete dirá que sí...
- Y luego, cuando te de hambre, adiós amor platónico real...
- Te lo comes. Pero esa es la tragedia del amor platónico... que es imposible.
4 Comments:
Qué envidia de conversaciones...
Madre mía: ¡eso sí que es sufrir de amores!
Nunca diría "sí". Pero nunca diría "no". Nunca lo diría. A veces, parece que es mejor nada; a veces, parece que apenas basta un cacahuete...
Mmmmm.... suena a evasión, es evasión ;)
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