Cordura
Echó tres cucharadas grandes en el filtro de papel y poca agua y el café quedó muy cargado y denso y grumoso, así que añadió dos dedos de leche caliente y cuatro azucarillos. Lo revolvió con una cucharilla de plástico, teniendo cuidado de no derramar nada sobre la encimera. Después sacó un bollito de la bolsa y lo abrió con las manos por la mitad y lo untó con mantequilla y mermelada. Arrancó un cuadrado del rollo de papel de cocina porque no quedaban servilletas. Abrió un brik pequeño de zumo de naranja y vertió el contenido en un vaso de cristal. Lo colocó todo en una bandeja compartimentada y puso a un lado la rosa que había cogido del pequeño jardín junto al aparcamiento del aparthotel y se la llevó a la cama. Al entrar en la habitación, la vio desperezándose y cuando la llamó por su nombre, ella se frotó los ojos con el dorso de las manos:
- Cada día estás más loco. Es evidente.
- Te empeñas en llamarme loco, mientras rezas para que no recupere jamás la cordura.
(La fotografía es de Jim in Times Square)
2 Comments:
Yo rezaría por algo así
ves, yo no podría hacer eso: tengo el récord en mi hospital de hacer mal el café (sin café, sin filtro, sin agua...)lo mío sí que roza la demencia....
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