El Hijo de Dios (II)
¿Usted es valenciano? ¿Parla voste- valeçia?
Le dije que no, que sólo entiendo un poco.
Necesito veinte euros, señor, y sólo tengo este euro que me acaba de dar usted. Lo juro por Dios. Y quiero volver a casa con mis padres, a valencia. Acabo de salir de la cárcel.
Le di otros dos euros, todo lo que tenía y ahora era verdad. Le dije que fuese a la sacristía y pidiese el dinero allí, que se lo darían, porque es deber de la Iglesia. Ayudar.
Necesito 20 euros y sólo tengo estos tres que me acaba de dar usted. Dijo algo más, pero lo dijo en un valenciano tan desencajado como su rostro.
Su cara se retorció en una mueca grotesca e infame pero el dolor es parte de la vida y la vida es Belleza. Pero eso no lo sabía hasta que me dijo:
Por favor, soy Valenciano, ayúdeme. Por la Virgen de Gracia, por la Virgen de los desamparados.
La Virgen de los desamparados. Por la Virgen de los desamparados, suplicó. Y entonces alguien que era yo y no era yo lo tomó del hombro y le dijo, suba conmigo. Vamos.
Subimos hasta el primer piso y una señora salió de una pecera y preguntó que qué quería y yo le respondí, quiero veinte euros para este hombre. Y ella dijo que no que no podía ni quería ni debía.
Entonces el hombre se fue al baño, que necesitaba hacer de cuerpo, musitó y desapareció escaleras abajo. Y me quedé con la mujer, que tenía cara de gente y una chaqueta azul de gente y unos pantalones vaqueros de gente.
Mire, vamos a hacer una cosa. Déle los veinte euros. Son para volver a casa.
Lo siento. No tengo.
Si, si que tiene.
No puedo darle.
Si, si que puede.
Ha venido antes.
Lo sé. Mire, tiene dos opciones. Hacer el bien o no hacerlo. Joder, esto es una parroquia. Es hijo de Dios.
Entonces dejó de ser gente y descompuso el gesto en algo que primero pareció desconcierto y luego dolor. Me dijo que esperase un momento, que iba a llamar a José Luis. Lo dijo con la voz a punto de quebrarse, lo dijo como si fuese a callar para siempre. Y llamó a José Luis, como Poncio Pilato pidiendo sin pedir la absolución de Cristo.
Apareció el tal José Luis, que tenía marca de busto griego, el semblante soberbio de un sofista con camisa a cuadros y pantalones de panadero; los ojos le saltabann azules de las cuencas, redondos y vacíos, tan redondos como vacíos y más vacíos que redondos. Tenía el busto griego y el cuerpo como el moisés de Miguel Ángel entrado en carnes. Me miró desde las alturas, me dolía el cuello.
(J.,2005. la imagen, de aquí)
5 Comments:
No creo que le haga falta una primera parte. He visto que está en un post anterior, pero no creo que le haga falta.
Me tiene enganchado esta entrada por entregas.
¿qué paso cuando bajo José Luis?
¿Qué fue del valenciano?
Le dieron el dinero?
Te lo agradeció?
Bueno, Futblo. Esta vez prometo que hay final...
J. ya queremos leer el final. No nos tengas en ascuas. Estás haciendo relatos en ciberfascículos.
de VAlencia? seguro que era de Valencia? yo también conocí a un valenciano parecido...Creo que también puse cara de gente. A veces es difícil ver a Jesús.
bettyboop
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