Aprender a conducir
Mi profesor de autoescuela se llamaba Guillermo: rostro enjuto, ojos azules; por lo demás, navarro. Antes que a mi, enseñó a conducir a dos de mis hermanos y a todos mis primos. Era amigo de la familia, claro.
Reconozco que mi despiste crónico y absoluta falta de coordinación podrían atormentar a cualquiera, por eso no le culpo de haberme llamado tonto de capirote, de eharse a correr. Los peores dias, le provocaba taquicardias y diversos tics nerviosos en nuca, párpados y orejas. Sin embargo, aunque de vez en cuando lanzase algún graznido y otros improperios, parecía disponer de paciencia ilimitada. Sus razonamientos rebosaban esa sabiduría adquirida sólo a base de experiencia:
Javi, Javi, Javi... ¿Conducir, difícil? Bueno, puedes hacerlo todo, todo, todo lo difícil que tu quieras.
Con la vida, pienso ahora, pasa un poco lo mismo.
3 Comments:
Queridos lectores de el Canódromo y amigos de J. Mañana, viernes 1 de diciembre es el cumpleaños del autor de este blog... J. se nos hace mayor... Aunque para mi un año más... un año más joven.
Viva el autor del Canodromo cumpleañero!
Siempre recordaré a Guillermo mordiendo el bolígrafo, y mirando hacia el frente con el cuello rígido.
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home