El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Monday, November 27, 2006

Gentleman


La mayoría ya se había ido para casa y sólo quedábamos los rezagados en una noche que ya casi amanecía.

A buscaba un camello.

Tíos, ¿dónde se puede conseguir aquí una china?

Creo que no encontró ninguno, al menos no antes de que B y yo nos largásemos de la cuesta de Labrit, zigzagueando entre un pelotón de noctámbulos en horas bajas: él arrastrando una colchoneta inchable de Ballantimes y yo dando bandazos a derecha e izquierda.
No podría decir cómo llegamos a la Vuelta del Castillo pero sí que B se puso a contar los árboles que bordean el camino de la parte alta, junto a la muralla, hasta detenerse frente a uno -cuida de la colchoneta, Miñón-.Golpeó tres veces el tronco con la palma de la mano y, de alguna de las ramas, cayó una rosa. Yo no esperaba semejante truco a semejantes horas y en semejantes circunstancias, ni tampoco podía creer que aquello que agarraba mi mano fuera una colchoneta azul de playa. Me sentía como un personaje de Buñuel, paseando por un cuadro de Dalí junto a la pipa de Magritte con una rosa en la mano.

Siguió su camino la comitiva de cuatro miembros.

A la altura de la Casa de la Misericordia, en Sancho el Fuerte y de manera repentina, perdimos la colchoneta, que se coló debajo de un Seat Ibiza: imposible rescatarla, seguid sin mi. Sin embargo, la suerte estaba del lado de B y encontramos en la acera una rama enorme que bien podía sustituirla.
Y así, los cuatro (rosa, rama, B y yo) llegamos al portal de M Y allí permanecimos, agazapados detrás de un seto a la espera de que algún vecino incauto entrase. Nuestra llave fue una joven y acaramelada pareja. De un respingo -abandonando la rama- nos colamos tras ellos.

Cogimos el ascensor. Creo.

Cuando llegamos a la puerta de M –no recuerdo el piso ni la letra-, B posó la rosa en el felpudo.

Nos fuimos.

Y me gustó la historia

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

De todos es sabido que Julio Iglesias comenzó su carrera como portero en el Real Madrid, y que solo años más tarde se convirtió en el artista internacional que, indiscutiblemente, hoy en dia es.

Pero lo que pocos saben es que el autor de este canódromo, también comenzó su carrera como cancerbero del Racing Modeuvas. Y allí es donde nos conocimos. Entre los tres palos.

No voy a perderme en descripciones que sonrojarían a más de uno ya que todo puede resumirse en una media de 12 o 14 goles por partido. Y hablamos de fútbol. Y J. y yo jugábamos al cricket… o al waterpolo.

Han pasado más de 10 años y sí, AMBIGUO es exactamente el término que describe nuestra relación. Exactamente. Y desde entonces, hemos compartido copas y cigarros con el Father Mackenzie, el Principe de Beckelaur y un sinfín de surrealidades que nos han hecho entendernos a nuestra manera, en nuestro propio idioma.

… Y ahora va ella y me dice que sí... ¡Me ha dicho que sí!

Y en mayo me caso. Y quiero que Javi venga con pajarita. Y quiero que se traiga a todas sus novias, ex/ novias e historias inconclusas. Y quiero que lo disfrute conmigo y lo viva conmigo, y quiero que luego me lo cuente, porque al fin y al cabo, Javi siempre va a ver las cosas a su manera, fumándose un cigarro mientras van colándose los goles, sentado allí arriba... en lo más alto del larguero.

2:17 PM  
Anonymous Anonymous said...

Me emocionó esta reflexión. Yo recuerdo a aquel Racing Modeuvas ye-yé, que no ganaba partidos pero le echaba mucho coraje y pundonor a todos los encuentros.
Enhorabuena al futuro marido

5:16 PM  

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