El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Monday, December 18, 2006

Huevos


El tío Verio tenía una jaula, todavía la recuerdo enorme y azul –yo entonces era muy, muy pequeño-, colgada en la pared de la entrada de casa. Cuando todos nos íbamos a dormir, el tío la cubría con una tela negra, como si fuese un mago de magia silente. Por eso me sorprendió y no me sorprendió que una mañana, en la jaula, además de los canarios, apareciesen – ¡halez hop!- dos huevos pequeñitos y un poco moteados.

Sin embargo, para el tío Verio, aquel truco significó otra cosa, un gran triunfo sobre la naturaleza, o mucho más: un milagro portátil. Esos pequeños huevos cautivos encerraban un misterio, el de una vida para nacer libre concebida tras las rejas. Un caso entre un millón.

Desde la aparición de los huevos, el tío Verio comenzó a esmerarse en el cuidado de los pájaros - más pienso, más agua- y redobló la seguridad de la jaula con continuas advertencias: no os acerquéis, niños, porque si los canarios se ponen nerviosos, picotearán los huevos.

Pero yo, tan pequeño, soñaba en ser hoy como Félix Rodríguez de La Fuente. Así que, cuando mi tío se iba al trabajo, arrastraba una silla y me encaramaba a ella para acariciar los huevos, metiendo el dedo índice entre los barrotes.

El tío Verio me explicó que los polluelos no nacerían hasta septiembre y la noticia me puso muy triste porque, en septiembre, yo estaría en la escuela, aprendiendo a restar.

Una mañana de agosto, mientras desayunaba con mis hermanos, el tío Verio trajo los dos huevos a la cocina. Me tendió uno:

- Toma Javi, cógelo con cuidado. No pasa nada.

Y posó el huevo en mi mano derecha, despacio. Así lo tuve, unos segundos, hasta que me puse nervioso y cerré el puño. El huevo se resquebrajó y mi mano se pringó de un líquido viscoso.

Mis hermanos echaron a reírse a carcajadas y a jalonarme, burlándose de tanta torpeza. Yo rompí a llorar.

Entonces, el tío Verio nos dijo a los tres que le mirásemos. Tenía el otro huevo en la palma de su mano y, sin ponerse nervioso, cerró el puño.

- Javi, no pasa nada, ¿ves?

6 Comments:

Blogger servidora said...

El tío Verio me ha dado un poco de miedo.

1:14 PM  
Anonymous Anonymous said...

¿Cómo os atrevísteis a estrujarle los huevos a un pájaro? Qué atrocidad.

7:06 PM  
Blogger J. said...

Bueno, el tío Verio no quería que mis hermanos se riesen de mi. Me quería mucho.

2:04 AM  
Blogger Ander Izagirre said...

¡Qué majo, el tío Verio, qué casta!

4:23 AM  
Anonymous Anonymous said...

Si, yo a veces me siento tia Veria.

4:39 AM  
Blogger eresfea said...

Son vercedillos, verderones o jilgueros...

9:43 AM  

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