El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Thursday, February 22, 2007

¡Eh!


El martes, tarde por la tarde – ya había oscurecido- crucé la calle San Francisco. Caminaba con la seguridad que brinda la experiencia, y me veía uno más entre los vecinos que iban y venían concentrados en sus quehaceres. Llovía, o mejor, empezaba a llover. O sea, que caían las primeras gotas, menudas, frías y biseladas como cuchillas de bisturí. Y ya estaba diciéndome, eres uno más en Sanfran, cuando una voz gritó bajito:

- Eh, chaval, eh.

Me hice el despistado y seguí andando, pero otra vez:

- Eh, chaval.

Así que me giré mientras sacaba el paquete de tabaco del bolsillo. Pero hizo un gesto para que me acercase a él. Y me acerqué con un nudo de saliva obstruyéndome la nuez. No sé de dónde, ni cómo salieron los otros tres moros (sin ánimo de faltar) que me rodearon. Yo ya pensaba en fingir un infarto, o ataque de locura transitoria. Podía oler el aliento de cada uno –kebab de pollo con mucho picante-, mientras pensaba, J., piensa algo, piensa y piensa rápido. Pero a mi cabeza sólo venía el gol de Zidane en la última Copa de Europa del Madrid, desde todos los ángulos.

Pero fueron muy educados:

- ¿Hachís?, ¿María?, ¿Éxtasis?, ¿LSD?

- Oh, nono. Gracias. Muchas… gracias, muy…muy amables. No.

- Disculpa, chico. Pensábamos que necesitabas algo. Perdona.

- Oh, no. No os preocupéis. Bueno, encantado…

Y me abrieron paso.

- Buenas tardes, hasta la vista.

- Nos vemos.


Mi cara me delata. Pero necesitaba otra cosa.

6 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Qué bueno.

Yo tengo otra reciente de desconfianzas. El sábado pasado, en una FNAC de Madrid, me paré ante una pila de libros de Paulo Coelho. Tomé el de arriba y lo puse boca abajo.

Seguí dando una vuelta por la librería y al rato pasé por la pila de Coelho: alguien había puesto el libro bien, con la portada hacia arriba. Qué atentos andan los dependientes, pensé. Probé otra manera: de la pila de al lado agarré un libro de Pamuk y lo puse encima de la pila de coelhos.

A los veinte segundos se me acercó un chaval con el uniforme FNAC:

-Oiga, perdone...

De golpe me subieron tres litros de sangre a la cabeza y empecé a arder de vergüenza.

-...¿le interesaría hacerse socio de la FNAC?

6:32 AM  
Blogger Kiki said...

J... sí que te dieron un susto.

¡Volviste a nacer! :P

9:43 AM  
Anonymous Anonymous said...

joder javitxu, yo pensaba que el camello eras tu.

1:00 AM  
Anonymous Anonymous said...

Toda la pinta, toda la pinta.

6:36 AM  
Blogger Don Peperomio said...

Las comparaciones son odiosas...pero de la drogaina a poner un libro bocabajo hay un ligero trecho

3:35 AM  
Blogger eresfea said...

Tienes que comer más fruta... Que te pone guapo.

11:08 AM  

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