La reina del supermercado

Que yo sepa, en el Eroski de Arteagabeitia sólo trabajan mujeres: tres. De vez en cuando, aparece el encargado pero ejerce su poder en la sombra –Etroski-. Algunas tardes me paso por allí para hacer compras urgentes: café, leche; cerveza; campurrianas.
De las tres empleadas, hay una que cree en su trabajo y lo hace bien. Se llama Mari Carmen –lo pone en el ticket de compra- y es la reina del supermercado. No es guapa –se acaba de teñir el pelo a rubio-, ni tampoco simpática y, más que mascar, tritura el chicle. Nunca mira a la cara: teclea, pasa los productos por los infrarrojos, arranca la bolsa y piensa los cambios en voz alta. Si tardas en pagar, cruza los brazos y atraviesa con sus ojillos la puerta de cristal para irse muy lejos. Me gusta imaginar qué piensa en ese momento, qué hace cuando cierra el Eroski y cruza la puerta. La reina del supermercado.