Soy minero
Paula Echeverría es periodista. Cuenta historias. Y las cuenta muy bien.
El calor es ya casi insoportable. La piel, el pelo, todo chorrea sudor; pero por suerte, el porcentaje de líquido que se pierde cuando uno está al fondo de una peña, se recupera al instante con buenas dosis de kalimotxo (de mamá o de quien sea, da igual). Termina una canción que acaba de sonar a todo volumen y, de pronto, el griterío, acompañado de silbidos de animación con las manos en alto, se confunde con los primeros acordes, casi estridentes, del Soy minero.
Uno, que no se considera ni mucho menos folclórico español, que no escucharía ni muerto el tema de Antonio Molina en casa mientras extrema, ni en el coche aunque esté camino de Málaga y divisando un toro de Osborne por la ventanilla, empieza a tararear -más bien a gritar, porque en Sanfermines todo se hace a lo bestia y si se desafina, se desafina-; empieza a corear entonces el cántico de principio a fin, haciendo énfasis en el estribillo porque es el terreno en el que uno está más seguro (aunque, quien conozca ya este minutico por ser un asiduo de la peña Oberena en estas fechas, debe dominar, por lo menos, la primera estrofa).
El tema de Antonio Molina suena entre canciones tan dispares como una de Queen, otra de Rafaella Carrá o la de David el Gnomo -entrañable minutico también éste, en el que todos los que pasan de los treinta acompañan el cántico con una cara de no haber roto nunca un plato que sería creíble, de no ser por la pinta que suele acompañar la tierna expresión-. Cualquiera de las canciones mencionadas merecería estas líneas. Pero, si se hiciese una encuesta de esas con opciones, apuesto a que el minutico del Soy minero se llevaría la palma. Más que por Antonio Molina, por el minero anónimo que, cada año por San Fermín, hace su aparición estelar en la peña Oberena y, armado con casco y todo, se lanza a un público entregado que lo coge y lo alza y lo zarandea, a la vez que canta a todo pulmón. Aunque no sea un folclórico.
Columna publicada en Diario de Noticias.
El vídeo no tiene desperdicio. Asombrosa pericia del cámara.
1 Comments:
Graciosa la columna del Diario pero lo del video ya... sin comentarios ¡je!
Claramente ¡¡los sanfermines os transforman, jaja!!
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