Teatro humo
Siempre he sido bastante cobarde y ya no recuerdo cuándo me entregué al silencio que esconde tras su sombra el humo ceniciento del tabaco. Fumar era lo que quedaba -un recurso de pantomima-, cuando balbucear palabras ensayadas concienzudamente significaba dar un salto al vacío.
Con afán, el tiempo me concedió oficio, dotes, cierto talento para la interpretación. Aquella forma de no ser yo cavaba la trinchera frente a una realidad –ella- tan sumamente hermosa y compleja que no alcanzaba a comprender. También, por supuesto, ayudó a ocultar el pánico que me devoraba el sólo pronunciar su nombre, o pensar su cercanía imposible.
Pero la representación se vino abajo la última vez que nos vimos: me derrumbé en una maraña de frases inconexas, todas contradictorias.
Se fue, encendí un cigarrillo.
Y cayó el telón.
3 Comments:
No te preocupes, J. Suele pasar. A mí me pasó hace poco. Ensayo ya para la próxima.
joder, javi, qué bonito. Me gusta como escribes.
todos estamos en esa escena. yo tb he encendido algún que otro cigarrillo.
itziar
me estoy poniendo al dia... me gusta esto que has escrito
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