El hombre anuncio
1
Después del partido de baloncesto -nos queda eso-, naufragamos en el mar muerto de la programación y acabando por ceder al impulso más primario: Dónde estás corazón. Esta semana, la carnaza eran los duques de Lugo. Y a mi que los duques de Lugo más fu que fa.
Qué mas da. Lo que me engancha no es el cebo, sino el guirigay que se monta en el plató -en un pis-pas-. Quiero decir que no importa la excusa, sino que se zurren bien entre todos ellos (periodistas, o lo que quiera que sean): un sucedáneo rancio del circo romano, pero con un público que baja el pulgar igual de entregado, pisalo, pisalo. Poco más nos queda de la cultura clásica. Y luego el famoso de turno, al que untan de dinero y vaselina para que el corro viperino efectúe sin tapujos. Espectáculo. Torrente se queda en culos. El revés que merecemos, la televisión que alimentamos.
Total que, haciendo zapping en el descanso del programa - necesitaban tomar el aire para sacudir a Marichalar-, nos topamos, en cuatro, con un documental sobre Becks. Lo cierto es que salía tan guapo que nos olvidamos de Mariñas, los de Lugo y la Patiño.
Me cayó simpático el inglés: educado, sencillo, buena gente. Un señor, a pesar de que los menganitos del tomate se encargaran de darle candela los cuatro años que vivió en Madrid. Menganitos que, por cierto, viven a su costa. Así nos las gastamos en España -tenemos esa habilidad de enaltecer, primero, y pisotear, después-. Él respondió a las afrentas encajándolas sin levantar la voz, con clase de caballero y jugando bien a fútbol.
En realidad, no conocía mucho de Beckham fuera del fútbol. Tampoco ahora, ya se sabe cómo son estos documentales peliculeros: un medio cuento de hadas. Pero lo cierto es que David ha aprovechado su magnetismo mediático para mostrarnos valores y virtudes en peligro de extinción: familia, lealtad, amor propio, sacrificio, esfuerzo, tesón, educación, templanza, humildad, sencillez, simpatía, generosidad...
Se agradece, a pesar del "ligero" toque hollywoodiense.
Habrá quien no pierda tiempo y ya lleve un rato mascullando una retahíla de improperios: ese dólar con patas, esa nenaza...
2
Era una tarde aburrida del mes de noviembre, y la perspectiva de intentar una aventura frívola, como era cazar algún autógrafo de mi equipo favorito, el Real Madrid, resultaba de lo más atractivo.
Se hospedaban en el Hotel Iruña Park, ubicado en la zona mas cool de la tediosa civitas.
En los alrededores se congregaban multitud de curiosos, freaks y parias ansiosos de divisar a sus ídolos archimillonarios. Accedí a la cafetería del edificio, para luego intentar alcanzar el hall, en el que pensaba ver a los jugadores deambulando mientras concedían autógrafos y leían el As. Solo vi a Chendo, el legendario lateral de Totana, que ahora era Miguel Porlán, delegado de campo. Contrariado por la imposibilidad de ver a nadie realmente famoso (sic), salí de aquel veleidoso antro de cuatro estrellas, dispuesto a abandonar mi incursión monomaníaca.
Sin embargo, al irme descubrí que 'se podía' acceder a lo que estaba rotulado como PELUQUERIA, justo al lado de la entrada a la cafetería. Para alcanzar efectivamente el lugar había que bajar unas escaleras inhóspitas. Al final de las mismas no había tal peluquería, sino una gran puerta cegada con madera, y cristal en la parte superior. Resolví otear a través del cristal, poniéndome de puntillas, y lo que vi fue lo que parecía el comedor del hotel. Al poco rato empezaron a desfilar los jugadores y cuerpo técnico del Real, incluido el presidente Calderón. Emocionado con el descubrimiento, empecé a aporrear como un gorila de zoo la superficie cristalina, intentando atraer la atención de las megaestrellas, sin ningún miedo, habida cuenta de que la seguridad del hotel era una puñetera bazofia.
Nadie reaccionó ante la salvaje epifanía de golpes simiescos. Capello miró una vez, Van Nistelrooy siguió hablando con el movil, Robinho se desternillaba de risa con algún comentario de Diarra...
Entonces atravesó la estancia David Beckham, el gladiador de la vieja Albión. La mejor pierna derecha sobre la faz de la tierra. El spice-boy, el hombre anuncio. Al descubrir mi presencia, tuvo un bonito gesto: sonrió.
Moralejas:
1) a veces basta con una sonrisa,
2) David es buena gente.
Nota: El hombre anuncio ha sido escrito a cuatro manos. Dueto fraterno. Agradecido a P., por la desternillante segunda parte. También estudia Derecho. Y Económicas.
7 Comments:
Um, no se qué pensar. Si te sonríe Chendo malo, si te sonríe Becam, pues peor. Ojo con Marichalar. En Amado siglo XX, Umbral le encumbra como personaje literario-real. Desde entonces, le veo de otra forma.
vaya... nunca me había parado a sacarle los puntos buenos a Beckam (además de los que "saltan a la vista" jejeje) Gracias.
por cierto, esos "menganitos" que nombras son más "loquequieranquesean" que periodistas no?? porfa... por nuestro honor...
Pues tiene algo de personaje de El Greco también, pianista
Desde luego, María. Son menganitos, no te preocupes.
Pues ahora que lo dices... Incluso Umbral es más Greco, aunque con aired e bufón velazqueño.
incluso goyesco.
Olé a David!! Un hombre hecho y derecho. un hombre de su casa, de su mujer y de sus hijos. Un hombre trabajador, educado, humilde, de gran elegancia interior.Nada resentido. Un genio de esos que pasan ocultos y juzgados por su apariencia exterior. Bravo Beckham.
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