Que brujita
Ella le cuida. Y hace bien, aunque él tenga la estúpida certeza de que se vale por sí mismo. Y él también la cuida a ella, por supuesto, pero de forma diferente: la hace reír.
Estamos en un bar:
A ella no le gusta que él beba y, por mucho que intente contenerse, al final siempre acaba diciéndole algo -te estas pasando- y poniendo cara de póker. Él se enfurruña, pues mira, ya no quiero tomar nada, tenías que amargarme la noche. No soporta -nunca lo ha soportado- que nadie le diga lo que tiene que hacer: primero hace aspavientos, luego gruñe y finalmente cruza los brazos. Cuando se enfada con ella, se comporta como un niño testarudo. Igual: ya no bebo nada más. No seas así, anda. Que no, se me han quitado las ganas.
Así permanecen durante cinco minutos, en algo que se parece al silencio, evitando a toda costa mirarse. El farfulla algo, ella entorna los ojos, qué paciencia.
Nunca más de cinco minutos: hasta que uno de los dos se acerca al otro con carantoñas y lo abraza. Ahora no me vengas con esas y deja caer durante unos segundos el peso de los brazos que, poco a poco van trepando la espalda con fuerza. Se echan a reír, qué tonto eres. Tonta tú. Y retoman la discusión, ahora jugando. Qué par de tontos.
Cuando llega ese momento, él siempre saca el móvil, se acerca y me enseña:
- Mira qué brujita. El fondo de pantalla: una fotografía de ella en primer plano con un gorro de bufón.
Ella cabecea mordiéndose el labio inferior, qué manía de enseñar esas fotos, salgo fatal. Yo sonrío, a pesar de que he la foto visto mil veces:
- Es muy graciosa. Le digo.
- Las tengo mejores. Espera.
Siempre lo mismo. Pero amo la escena y, más que nada, este final:
El se ríe solo, se aparta un poco, acerca la cara a la pantalla y bucea en el archivo de imágenes. Qué brujita...
5 Comments:
¡Qué linda historia!
Sí, es muy tierna.
Si, vale, todo esto está muy bien, pero si no quitas la contraseña anti-torpes, no pocemos hacerte el chat aquí.
Joer, que ahora es: bdgrkan
Pin y Pon. Tanto azúcar empalaga un poco. Vuelves a ser Corín Tellado. A ver si sacas más mala leche, Jota punto!
Y todo ello sin censura alguna... porque el silencio no calla sino que emborracha
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