Fijaros como llueve en Nueva York
Hoy hace una semana que aterrizó en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York. Me iré acostumbrando, escribo hoy -exactamente ahora, después de una semana-, quizá para empezar a acostumbrarme de una vez. Y añado: tiene que ser así.
Mientras me acostumbro a que sea así, lo que más me gusta de Nueva York son las extrañas acotaciones literarias imbricadas en los correos de mi hermano Alberto (escuetos, por otra parte: nunca pasan de las tres líneas). Correos socarrones que me hacen reír muchísimo y tan breves que no se acaban nunca. Como no he pedido permiso -todavía- para publicar sus ocurrencias, transcribo tan sólo algunas, todas geniales. Raras:
Dan cafés grandísimos.
He visto que hay un museo gratuito con vídeocreaciones de Viola.
El menú era barato, 6 dólares e incluía una limonada rosa.
Ya os contaré más cosas cuando sucedan.
Hoy he recibido, además, este inmenso microvídeo-documental suyo, quizá influido por la visión de la existencia de un museo gratuito que expone obra de Bill Viola. Me he tomado la libertad de titularlo, Fijaros como llueve en Nueva York (la frase que dice la voz en off). Apenas dura 10 segundos.
Lo he visto ya quince veces. La inabarcable poética visual de lo portátil tiene que ser así.
5 Comments:
Lo extrañas ¿eh?
Y yo que esta mañana me quejaba del aguacero...
miss you, Alberto...
Pero el del video.. ¿¿es Alberto???
Increíble. La de cosas distintas que se encuentra en otros países. Desde el tamaño de los cafés hasta el color de la limonada. Y las cosas parecidas, como la lluvia.
si, el del video es Alberto in NYC!!!
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