La peluquera del tatuaje
Ayer volví a Jose G Peluqueros. Estoy en la base de datos, así que me atendió la chica de la otra vez, muy guapa -cierto- y yo, contento. Me lavó y masajeó la cabeza con fruicción y agua templada, a pesar de que acababa de ducharme. Luego me guió hasta el sillón como un lazarillo. Siéntate. Desapareció un momento y cuando volvió colocó tres revistas sobre la repisa: Todomoto, Viajar y Men's Health, para metrosexuales; como vio que ni hice ademán de cogerlas, tuvo que ponerse a hablar. Me contó que había pasado el fin de semana en Hendaya y que tenia primas en Donosti y yo le pregunté si alguna habia estudiado Bellas Artes en Bilbao, porque se parecía mucho a Nahiara, una compañera de curso. Nada, su prima se llamaba Judith y hacía la carrera en Salamanca, Turismo, probablemente. Un golpetazo bíblico. Me dijo, te habré recordado a alguien y yo, muy rojo, sí. Temí que creyese que le echaba los tejos. Pasa muchas veces, ¿que no?, dijo ella y ya me quede más tranquilo; la pregunta ha sido estúpida, pensé, demasiado aventurada. Sugirió que me diese mechas color caramelo. Otro día, igual, respondí. Terminó, se cobró 14,75 euros y me fui.
5 Comments:
Es que las mechas caramelo combinan muy bien con las mejillas incendiadas.
Ja, ja, ja... Lo peor de meter la pata es que se nos nota demasiado, porque nos sonrojamos.
Pillín. Qué pasó con Nahiara?
La verdad es que nada,Jontxu. De hecho no sé si llegué a hablar con Nahiara nunca.Pero se parecian...
¿Mechas de caramelo? Esa peluquería parece más bien la fábrica de chocolates de Willy Wonka.
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