Vida eterna, fragmento 1
El tiempo es juez y ladrón, por eso añoramos la eternidad. En el tiempo sucede la vida y, porque es efímero, nada nos pertenece para siempre, sólo nuestras pequeñas historias, los recuerdos, los sueños y el amor, lo demás es patrimonio del mundo, y alma no tiene otro equipaje.
Huele a leña quemada y a frío envuelto en niebla, a castañas asadas en el cacho de la cocina vieja y a musgo. Los recuerdos giran vagos y ya ha anochecido, aunque todavía son las séis de la tarde. La calle está desierta, la observo en silencio acurrucado en el peldaño del portal. Llevo el abrigo marrón, pantalones verdes de pana, unas zapatillas deportivas y guantes de lana negros. A un lado está pinto, mi viejo amigo bastardo, que bosteza mostrando un repertorio maltrecho de dientes amarillos, casi naranjas. Emite un gruñido sordo y esconde los ojos castaños con las pezuñas. Pinto es un perro flaco, lo que se dice un saco de huesos; puedo contar sus costillas y sentir los latidos de su corazón como hachazos secos. Tiene barro por todas partes y está empapado y desprende un hedor casi insoportable. No importa, estoy acostumbrado, somos camaradas desde que el era un cachorro y yo sólo un mocoso. Lo acaricio, aun a riesgo de acoger pulgas e impregnarme la mano del olor nauseabundo de su aliento. A pesar de los guantes, siento el tacto áspero de su pelo gris, salpicado de manchas marrones y naranjas.
(J., 1998)
2 Comments:
Que chulo el fragmento 1.
Y la foto también me gusta. ¿Es tuya?
Excelente búa, sí señor. Leyéndola he podido recrear la vida de Pinto e incluso me he acordado de Re.
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