El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Tuesday, March 17, 2009

El hijo de Dios (III)




¿Qué quieres tú?

Yo no quiero nada.

¿Entonces?

¿Me ves cara de necesitado?


Se quedó callado.

Pero él necesita veinte euros.

Quién.

Apareció Pepe.

¿Ese, dices? ¡Já!

Sí, ese mismo. Esto es la iglesia. Ésto ¿No? ¿Es una parroquia? ¿Sois cristianos?

¿Y la iglesia tiene que ayudar a todo el mundo?

Jesús lo hacía. El deber o lo que sea de la iglesia es ayudar al que lo necesita. Las obras de misericordia… y pedid y se os dará...

Mira, a ese le dimos hace tres semanas un billete. Le conocemos. Vino diciendo que iba a ver a su padre, que estaba muriéndose. Bueno. Nos enteramos de que todo era mentira. Todos los días damos billetes, de nueve a una. Hay un horario para eso. Hay normas y no las podemos saltar. Si le damos dinero se lo gastará en vino. Es un borracho, ¿qué esperas?

Las normas están para eso, para saltárselas.

Mira, tú, como él hay mil en la calle. Siempre la misma historia. Anda, lárgate. Largaos. No nos vengas a causar problemas, ¿eh?

No hay miles como él, vamos, de hecho, no hay ninguno. Él es único. Y ahora quien necesita dinero es él.

Me quedé callado, mirando unas órbitas que no me miraban y saltaron, vacías, de sus cuencas a un inmenso precipicio. Me giré y vi que Pepe ya no lloraba y salió de ahí dando gritos en un valenciano que no entendí.

¿Pero fue a Valencia?

Si.

¿Entonces?


Entonces, si crees todo lo que te dicen, eres un ingenuo.



Marcos, que lleva un rato conmigo y en silencio, me cogió del brazo. No te líes,tío. Una vez se me ocurrió ayudar a un tipo así y acabó sacándome dos mil euros.
Y bajamos las escaleras en silencio. Las mismas por las que acababa de bajar el Hijo de Dios.



Cuando regresaba a casa por la estrecha carretera de Mutilva no llovía. Marcos me había invitado a cenar en El Rodero: revuelto de morcilla, surtido de ibéricos, tabla de quesos y tostada mediterránea. Bebimos, entre los dos, una botella de Gran Feudo reserva del 98 y rematamos el banquete con un par de jamaicanos y un copazo de Chivas Regal.
Pensé en Pepe, en los veinte euros que pedía para volver a casa y no le dieron. Pensé en su historia y supe que todo era mentira, que no necesitaba los veinte euros; estaba pidiendo otra cosa.


(J., 2005. La imagen, de aquí)

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Muy bueno. Un abrazo, a ver si el próximo día que nos veamos tenemos tiempo para charlar

10:25 AM  
Blogger Sergio said...

Gracias.

10:56 AM  
Blogger J. said...

Eso, Leandro. Gracias a los dos.

9:26 AM  

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