Yo tambien te quiero
El autobús es un Pollock por dentro. Llueve y los semáforos y las farolas y las luces de los coches y los escaparates y los carteles y los relojes y los termómetros y el cielo negro y pesado se reflejan en las gotas de lluvia que se estrellan y serpentean en el parabrisas. El color también va por dentro, en las faldas geométricas hasta las rodillas y los párpados y labios de las colegialas. El Pollock avanza las calles como un Belén viviente, improvisado y anacrónico y compuesto sólo de ovejas durmientes. Sentada a mi lado, una viejita bisbisea algo que parece una oración por si acaso hubiera un Dios dispuesto a escucharla. Recuerdo el final de Vueltas nocturnas. O experiencias sexuales de dos gemelos siameses, de Truman Capote:
TC: Buenas noches.
TC: Buenas noches.
TC: Te quiero.
TC: Yo también te quiero.
TC: Más te vale. Porque si nos ponemos a profundizar, sólo nos tenemos el uno al otro. A nadie más. Hasta la tumba. Y ésa es la tragedia, ¿no?
TC: Te olvidas. También tenemos a Dios.
TC: Sí, tenemos a Dios.
Y cruzo la mirada con mi reflejo en el cristal de la ventanilla.
2 Comments:
En el Pompidou vi algún cuadro suyo. Ese museo también me pareció bastante... Pollok; por dentro y por fuera. Sólo que sin ruedas. Pero tenía un rinoceronte naranja.
Me encanta la imagen con que empiezas :-)
En Castellón también tenemos autobuses de esos, con cristales salpicados de barro y rallajos como de fregotearlos con "nanas" enormes... igual ahora me es más fácil apreciar su perfil artístico ;-)
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