Para ser Popeye
Uno de mis hermanos quiso ser Popeye. No estoy hablando de disfrazarse de Popeye, sino de serlo. Lo recuerdo bien. Todos le apoyamos: mamá tuvo que hacerle el uniforme de marinero y papá sacrificó una de sus pipas; mi hermano mayor repasaba cada día los tatuajes con un rotulador permanente. El resto recibíamos tortazos de vez en cuando, pero lo llevábamos bastante bien.
El sueño de ser quien no se es acabó el día en que mamá le puso puré de espinacas de primer plato. Con la primera arcada.
1 Comments:
Qué chistoso este post. Jaja.
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