Pintor
Jorge me lo dijo antes de empezar el taller: “te conozco y, cuando la veas, sólo querrás pintar su cara”. Le respondí que no, claro, que yo era pintor y estaba acostumbrado a trabajar con modelos. Además, llevaba todo el año dedicado a la anatomía, así que miraba el cuerpo anónimo como si se tratase de un bodegón: los más pequeños matices lumínicos en la piel, las proporciones, el gesto, el color; esas cosas.
Se llama Rita.
Y sí: le regalé el retrato.
1 Comments:
10,este relato breve y otros menos breves en los que llevo enganchado toda la tarde. Es una pena que hayas desaparecido un mes de abril.
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