Pierdo que olvida
Cuando prende la mecha,
olvida su nombre.
Cada vez con más perfección.
Trémula
desliza la lengua por el filo viscoso
de un arma blanca,
un alma blanca,
a una tristeza blanca.
Farolillos colorados,
sin palabras que llevarse a la boca;
flaquitos dedos de cuarzo,
humillados
se ahogan en el humo
que vierte la cañada
en la garganta.
Y pierdo en su memoria
el olvido.
Y pierdo en su memoria
Mi memoria:
su memoria
que olvida;
que no reconoce nombre,
que no reconoce esperanza,
que no reconoce y olvida.
2 Comments:
De todos modos
el mundo está lleno de cerdas yonquis
que pierden que olvidan.
Muy, muy buena. Vas depurando el estilo. Aún estoy esperando que me dediques una historia en tu canódromo.
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