Trueque
Ya, ya sé. Había prometido que j. (el bicho) cogería las riendas del canódromo. Pero resulta que, en Túnez -hermoso país, por otra parte-, nadie ofreció por mí un sólo camello.
Un buen hombre –medio beduino- me tasó en dos dátiles, pero dijo que sólo me los daba si desaparecía de su vista. Así que los cogí y me largué, claro. Durante tres días instruí a los dos (Jota1 y Jota2) en gramática española e incluso, una tarde, les puse a leer El Compromiso, de Dovlatov.
Ya estaban más que adiestrados los dos para continuar el Blog cuando –colocados frente al teclado- caí en la cuenta de que –pobres dátiles- no podrían nunca escribir siendo mancos.
Celebramos una reunión de carácter urgente.
Y luego me los zampé.
En la imagen, Jota1 y Jota2; el tercero, un advenedizo.
5 Comments:
Jajaja, entonces, tú comiendo dátiles, y nosotros teniendote de vuelta.
Al final, hemos ganado todos :)
Con un camello lo habrías logrado. Esas dos jorobas...
Bienvenue, monsieur Deglet Noir!
Et la Tunisie?
Aurrevoire, dijo Voltaire,
echando la txapela al aire
Vamos... J!!! no te hagas de rogar... quiero historias tunecinas ya!!
Bueno ultimamente te haces muy amigo de frutas...no me extraña esta historia.
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