Se va
Fue ella quien le dejó. Una mañana, antes de clase. El campus lo bañaba la luz ámbar del amanecer. Era el mes de septiembre. También hoy se ve allí sentado, con ella, apoyados los dos en la fachada del edificio de Derecho. Ya no te quiero, le dijo, o algo así, con otras palabras que, por supuesto, venían a decir lo mismo. Luego, se puso en pie y él, desde el suelo, la vio marchar.
A la semana siguiente, entró por primera vez en el despacho de D. E. Le tendió un fajo de relatos, se sentó y echándose a llorar, como pudo, le contó todo.
- Y todo esto que siento ahora, este amor, todo lo que la quiero, el dolor, ¿a dónde va?
D.E arqueó levemente la ceja.
- Se va.
No comprendió eso, que tanta intensidad pudiera irse así, sin más, algún día. Pero se fue.
Las buenas historias son imprevisibles.
En la fiesta de la licenciatura, ella le dijo a la luz de la luna de mayo: quiero, me gustaría volver.
Pero para entonces, aquello ya se había ido. Ya no.
Se encontraron una madrugada, siete años después y, sentados en un porche, ella se lo pidió otra vez, volvamos.
Él sólo dijo, sin poder siquiera intentar mirarla: Esa luz. Está amaneciendo.
9 Comments:
Todo se va y todo queda. Si no nos volveríamos locos.
Ojalá se fuera rápido. Y no volviera constantemente preguntando si volver o no. Para mi no se fue, todavía está. Pero quiero que desaparezca.
Salú!
Qué mareo!
Gran consejo el de D. E
Yo también lo creo. Un buen consejo. Aunque de difícil digestión.
Puedes escuchar "se va" de un D. E., pero no puedes contar "se va" a la parte que quiere recuperar lo perdido.
En esos casos se impone la ficción creativa (para decir no).
Gracias, Eresfea. A ver si ahora.
Prueba a contar que eres un extraterreste, por ejemplo. La contraparte prefiere oír eso que el no, que el adiós.
Es cierto, Eresfea. Pero la parte también preferiría serlo a veces.
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