Ambiguos final ambiguo
Al teléfono, Iñigo:
- ¿Dónde andas, Yavié?
- Subo andando a Pamplona, voy a la inauguración de la exposición de Iruña.
- Te llamaba por si te venía bien quedar a cenar. Ya veo que no.
- Que sí, hombre. Esto dura hasta las nueve, no más. Pero tendrás que invitarme. No tengo un duro.
- Bien, Yavié. Tu pones la sinceridad y yo el dinero.
Me recogió y fuimos a Zizur. Me enseñó la Iglesia:
Aquí ¿Qué te parece? Por dentro no hay nada. Puro románico.
Perfecta, le dije.
Después entramos en la sidrería La Cochera:
Mesa para dos.
Ahí mismo, junto a la pared.
Como pagaba él, le dejé el sitio desde donde se podía cotillear.
Así empezó nuestra última cena como pareja soltera.
Se me casa.
P.D: Bien casado. Eso sí.
3 Comments:
Qué bonito...
¿Que puedo decir? Que me siento un poco Leireken... no más.
¿Y la canción? ...
Imagina ambigüear con un casado... ¡Que morbazo!
Con sólo imaginarlo -ambigüear con morbo- me dan ganas de casarme también... no más.
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