Elcanodromo
Marqué el uno de septiembre del año pasado como fecha límite para empezar a escribir todos los días. Una promesa que le había hecho a Marta, mi Marta, una entre tantas noches que nos quedábamos los dos hablando hasta muy tarde, en nuestro hogar de Barakaldo. Ella había leído casi todo lo que había escrito hasta entonces y era una entusiasta:
Javi... qué guay, Javi ¿no? ¡qué pasada, eres escritor!
Cuando Marta refleja algo, lo contagia. Quiero decir que su toda expresión irradia una poderosa energía comparable a la que prenden y desprenden las estaciones del año. Desde aquella conversación, no dejó de preguntarme una sola noche si había escrito algo.
Gonzalo, como siempre, en su papel de azuzador, azuzaba desde Madrid:
... hazte un blog, hazte un blog, hazte un blog...
Pero un blog de qué.
Yo que sé. Pero hazlo ya.
Tardé un tiempo largo en reaccionar. Hasta que, una tarde a mediados de agosto, Allendegui me ayudó a montar la plantilla:
- ¿Cómo lo vas a llamar?
- Nu sé...
- Piensa, hombre...
- Hmmm. A pesar de pensar...
- ...
- Vale, vale, bueno... suena... medio filosófico y no... no quiero. Ponle, pon... canódromo... El Canódromo.
Allendegui llama así a mi habitación, desde que la vimos por primera vez. Dijo, esta habitación parece un canódromo.
- Jajajajaja, venga. El canódromo.
- ... de momento...
Y así empezó:
Hola, Damaris:
¡Qué sorpresa leerte! Ya te conozco o – mejor dicho- te conozco a medias. He visto tus ilustraciones de papel colgando en el txoko* de la esquina y quizá a ti también, pero eso no lo se muy bien. A veces paseaba por ahí cuando me sentía un poco triste –pasa a veces-, a mirar. Y allí estabas, esa media tu dibujada por ti, como si fueses media docena o así de herramientas azules, o una casa. Pasaba por allí y me parecía bonito ver aquello, aunque el txoko casi siempre estuviese oscuro y vacío. A veces esperaba allí dando pequeños paseos en círculo para saber quién podría dibujar aquello. Pero tu nunca llegabas o era yo el que no llegaba a tiempo. Siempre justo tarde.
Una mañana de mayo vi en el periódico aquellos dibujos junto a una chica tendida en el suelo. Debajo de la foto ponía su nombre que sonaba a cuento: Damaris Pan. Y me alegré de haberte encontrado en un trozo de papel, donde se escriben los cuentos y, a veces, alguien pinta media docena o así de herramientas azules.
* Espacios (del euskera) cerrados con caballetes y tableros, organizados por grupos de alumnos, dentro del aula de pintura de la facultad de Bellas Artes del Pais Vasco.
8 Comments:
Buen comiienzo de año... pero esperaba un concierto de valses.
Me alegro de que empezaras, de que siguieras y de que no lo dejaras. Pero sobre todo, de que Marta te arrancara aquella promesa.
Ahora espero -todos esperamos-, otro año de grandes historias y después, otro más y otro y otro...
=P
eso eso... pero no solo otro año eh?? que sean más! jajaja ¿un concierto de valses?...
Luminoso cada día. Fantástico.
Eres mi héroe de la blogosfera. Tú escribe todos los días, que yo me asomo todos los días también.
Incluso varias veces al día...
Es que engancha.
Felicidades y que cumplas muchos más!!!!!!!
Gurb.
Ya llevas todo un año y yo que apenas te descubrí! jaja. Ya me pasaré, cuando tenga tiempo, por los archivos, para ver esas maravillas del pasado. ¡Felicidades!
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home