El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Sunday, February 24, 2008

Katiuskas



Me acuerdo de un relato espléndido de Juan Bonilla -que tanto nos influyó a Gonzalo y a mi- incluido en el libro Nosotros los solitarios, editado en 2001 con ocasión del vigesimoquinto aniversario de la Editorial Pre-Textos. El cuento homenajea a George Perec y se titula Je Me Souviens (Me acuerdo). El original de Perec, con el mismo título y publicado en 1978 -año de mi nacimiento-, es una hermosa colección de recuerdos casi telegráficos que empiezan así, con la expresión Je me souviens. Por ejemplo:

Me acuerdo de que en los días de lluvia encendían las luces de las clases en el colegio y eso me producía extrañeza.


Y me acuerdo de éste en concreto sobre la lluvia porque, al salir de la cama, he escuchado el rumor del agua y el chapoteo de los neumáticos que atravesaban los charcos. Luego, en la ducha, me ha venido a la cabeza la palabra katiuska, siempre entre mis preferidas.
Para combatir la extrañeza de los días de lluvia nos calzábamos katiuskas
, he escrito sobre la pátina de vaho de la mampara. Con las Katiuskas imaginaba que era Superman, aunque las botas de Superman fuesen rojas y mis Katiuskas, azules y amarillas. Katiuska, he repetido varias veces bajo el chorro de agua, Katiuska. Y luego, haciendo un puente estrambótico en las conexiones neuronales, he transformado Katiuska en Ninotschka quizás porque, desde que vi la película de Lubitsch, Greta Garbo se convirtió en uno de mis amores platónicos. Así que, al salir de la ducha, todavía en albornoz y pensando en Greta Garbo, busco por curiosidad algo que escribí aquí sobre los amores platónicos, Amor para cobardes:

El amor platónico es para cobardes.

Hoy seré muy cobarde.

¿Mañana?

Mañana nunca se sabe.


Qué misterio las ideas, los pensamientos, los recuerdos, la imaginación. Katiutschka, Ninoska.


Nota: Si hacéis click en "Je me souviens", podréis leer el relato de Juan Bonilla.

9 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Yo tenía unas katiuskas rojas con una nube blanca -así, gordita-, lloviendo. Eran muuuuy chiquitas. Preciosas.

Me pareció increíble Ninotschka. Qué maravillosa, la Garbo. Y tu mezcla misteriosa -como ella- de recuerdos, imaginación y pensamientos.

El amor platónico es para cobardes aunque los cobardes también sienten a veces amor de verdad. Y lo siguen siendo. O no.

1:09 PM  
Blogger mòmo said...

Ninotschka y katiuskas. Estoy deseando que llueva y se desborde el río para poder completar mi hazaña...

1:14 PM  
Blogger Allendegui said...

Katiuskas, como los cohetes que tiran los palestinos a los israelíes.

2:30 PM  
Anonymous Anonymous said...

Demasiados bohemios y bohemias se rieron a carcajadas de las "katiuskas", los jerseys de "Adidas" antiguos y las gafas de pasta, así como de los dibujos de los ochenta, el anime o las consolas "Atari". Sin embargo, cosas de este mundo tan molón, ahora los ven como iconos. Quien antes te trataba de cutre y rancio ahora te pregunta con avidez de dónde has sacado esa sudadera tan guay. Cuando se responde que es la misma que tenías hace 15 años, su cara de memo o mema hace una mueca extraña. Y T.J. Ford sigue siendo considerado un excelente jugador. Hay que joderse.

4:13 PM  
Blogger Néstor said...

Ah, ¿quién no se ha enamorado perdidamente de la Garbo?

12:21 AM  
Blogger Álvaro said...

Haces que todo lo que escribes parezca, como la Garbo, de película

8:28 AM  
Blogger Nodisparenalpianista said...

Me gusta la lluvia, ya sabes. Y Katiuska, aunque nunca tuve unas, porque me hubiese muerto de vergüenza llevando en los pies algo con nombre de matrona rusa. Una vez conocí a una tonta que se hacía llamar Anuska. Tonta perdida, de verdad. Y aquel bar al final de Sancho el Fuerte con la Vuelta del Castillo que se llamaba así, katiuska, Anuska, Ninochca o Stolichnaya, ya no me acuerdo, que me daba un mal rollo que no veas.

9:13 AM  
Blogger am said...

Todo un misterio. Yo quería unas katiuskas. Siempre salté en los charcos con zapatos de goma y calcetas.

10:43 AM  
Blogger servidora said...

Yo aprovechaba el día que tocaba ponerse las katiuskas para hacer guerras de charcos; esto es, saltar con todas las ganas en un charco con el noble afán de remojar al prójimo...

Mi pobre niña se ha criado en el Mediterráneo. Digo esto porque debe ser terrible que tu propia madre te deje mojada de pies a cabeza en combate singular frente a un charco. Y lo pero, es que se mojaba ella misma, por no saber saltar como toca...

Ays, esas tradiciones que se pierden O:-)

12:11 PM  

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