Javier, tienes que tener mas confianza en ti mismo, Javier
A Leyre
Javier, tienes que tener mas confianza en ti mismo, Javier. Self-confidence. Eso me decía todos los días. Creía en mi, se preocupaba, y nunca dejó de animarme, a pesar de los pesares. Los alumnos, tan crueles como estúpidos a esas edades, se reían de él a sus espaldas, y los profesores tampoco le tenían en gran estima. Yo le apreciaba a JM, mi profesor de inglés en primero y segundo de BUP, y guardo un recuerdo agradecido.
Si bien Pablo reclamaba la devolución de Gibraltar como condición sine quanum, nada tenía yo contra el aprendizaje del inglés, al menos no un discurso político elaborado ni rebelde, que sí la pereza mental de memorizar listas de vocabulario, verbos y estructuras enrevesadas.
Para ser franco, nunca hacía los deberes con profusión: traducía manga por hombro y jamás usé el diccionario. Ésto no me enorgullece demasiado ahora, ni tampoco me enorgullecía entonces. Por otro lado, me resultaba imposible hablar en la tarima delante de los compañeros, primero por mi timidez, segundo, por falta de dominio del idioma y, tercero y principal, porque no tenía nada importante que decir. En los exámenes hacía monigotes o jugaba con la palabra ENGLISH, cambiando las letras de orden -HSILGNE- o creando un efecto espejo. En una ocasión, sin rodeo alguno, JM preguntó a mi profesora de clases particulares si yo era disléxico. Luego estaba el asunto de la redacción. Los temas que proponía en los exámenes (Mis vacaciones soñadas, cosas así) eran sinsorgos, nada estimulantes y yo, aburrido, desbarraba en un ingles entre literario y cromañón.
En el cuaderno de apuntes hacía dibujos y malabarismos caligráficos, completando el cuadro con tachones variopintos, de diferentes grosores e intensidades.
Así pues, una tarde, en medio de clase, JM se quedó observando mi cuaderno. Le miré. Me lo arrebato de las manos, lo agarró con tres dedos y el asco de quien coge un pescado podrido. Lanzó un alarido interrumpiendo los quehaceres de mis compañeros.
Javier, esto es una mierda, Javier. Esto no es forma de tomar apuntes. Tienes que tener unos buenos apuntes, Javier.
Y arrojó el cuaderno por los aires que, dibujando una parábola, fue desintegrándose igual que un cometa en la estratosfera.
Días mas tarde, con la misma aprensión, me requisó el libro de inglés, sin tapas, garabateado, herencia de mis hermanos.
Javier, ésto es una mierda, Javier.
Aquello informe y tan roñoso, alzado en su mano hirsuta, parecía el otoño de la galaxia Gutenberg.
Fue un martes después de comer cuando sonó el teléfono. Cogió mamá y cerró la puerta de la cocina. Estuvo un buen rato hablando. Cuando volvió a abrir la puerta, El príncipe de Bel-Air estaba en anuncios.
- Era JM.
- ¿JM?
- Sí. JM.
- ...
- Me ha preguntado si alguna vez tuviste una mala experiencia con el Inglés.
- ... pues... que yo sepa no.
6 Comments:
¿Sigues leyendo Mal de escuela?
Abrazo.
Jaja. No, no. Pero quedan reminiscencias...
dislesia la me curar quiero
spanish rock of Gibraltar
malvinas argentinas
Silencio
Una historia compartida en silencio.
Lo primero que aprendi en inglés fue de memoria, y de carrerilla:
Piterisastolasmaibroder
Peter is as tall as my brother,
pero yo daba francés en el cole (otros tiempos) y cuando cambiaron el plan de estudios introduciendo el inglés no tenía ni idea, y me aprendí esa frase sin saber lo que significaba...
Que me gustan tus crónicas de colegio
Gracias, orejillas.
Peter es tan alto como mi Hermano. Jaja. Ahora sé.
Aquí en Pamplona existía -y supongo que seguirá existiendo- una gran rivalidad entre Maristas y Jesuitas. Apenas unos metros separaban los dos colegios. Supongo que eso nos convertía en enemigos íntimos.
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