Esperando a los bárbaros
Sigo a Coetzee. Es de esos autores que causan "algo" en el lector. Y escribe maravilloso.
Ella se va, casi se ha ido. Es la última oportunidad de mirarla directamente a los ojos, de examinar a fondo mis emociones, de tratar de comprender quién es verdaderamente: de ahora en adelante, lo sé, empezaré a reformarla según mi repertorio de recuerdos y de acuerdo con mis dudosos deseos. Le acaricio la mejilla, le cojo la mano. En esta colina desolada a media mañana no puedo descubrir en mí ni rastro de ese lánguido erotismo que me arrastró a su cuerpo noche tras noche, ni siquiera de la cariñosa camaradería del viaje. Sólo existe un vacío, la desolación producida por ese vacío. Cuando le estrecho la mano más fuerte no recibo respuesta. Solo veo demasiado claro lo que veo: una muchacha robusta de boca ancha y un flequillo sobre la frente que mira hacia el cielo por encima de mi hombro, una desconocida; una visitante de otros lugares que ahora vuelve a casa después de una estancia bastante desagradable.
- Adiós - le digo.
- Adiós - me dice.
No hay más vitalidad en su voz que en la mía. Comienzo a descender la loma; cuando llego al final ya le han quitado los bastones y la ayudan a subir a un poni.
Esperando a los bárbaros, Debolsillo, J.M. Coetzee (224 páginas/ 7, 95 euros)
2 Comments:
Te estás coetzeeando. Je.
Por tu culpa!
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