El sol del membrillo
Eduardo Alsasua –Edu- es PINTOR. Y de él sólo cabe escribirlo con mayúsculas. Vive en la pintura y respira color, luz y composición. Nos conocimos en segundo de carrera, cuando coincidimos en una asignatura y sin embargo no cruzamos una sola palabra hasta el curso pasado. Confieso que, durante todo ese tiempo, había estado incubando celos porque –sencillamente- sus cuadros eran mejores que los míos. No podía evitar compararme con él constantemente y siempre salía perdiendo. Por eso decidí no pintar más en la facultad y probar suerte con la fotografía.
Pero no puedo huir de mi tan fácilmente y, en febrero, volví a coger los pinceles. Regresé con el retrato de mi hermano: desnudo, de espaldas, frente al espejo del lavabo.
Una mañana de primavera, Edu se acercó al cuadro, con su camiseta de algodón naranja, delantal azul marino y sonrisa de azafato amable. Como he dicho, es PINTOR -no artista o genio- y, para ser tan bueno como él, se precisa sencillez y humildad. Sólo dijo:
- Está quedando muy bien.
Me hizo tanta ilusión que no pude evitar sincerarme:
- El que va muy bien es el tuyo.
El azar hizo que nos encontrásemos en septiembre, en el Taller de Antonio López y Juan José Aquerreta. Creo que fue el último día cuando le dije medio en broma:
- Este curso me voy a poner cerca de ti, para aprender.
- No, hombre, yo aprenderé de ti también.
Ahora pintamos juntos, en un espacio de tres metros cuadrados.
4 Comments:
¡Que grande! Ahora recuerdo verle por primera vez; que no sabía donde ir, y que se sentó a esperar en las escaleras con su maletín de pintura y un jersey tan naranja que brillaba solo.
Qué tipo interesante el tal Edu. Me gustaría conocerle.
Buenísimo el relato. Pocas veces me he quedado con tan buena sensación después de leer algo.
En un espacio tan reducido imagino que pintarás sobre su espalda.
Post a Comment
Subscribe to Post Comments [Atom]
<< Home