El Canodromo

Me han llamado drogadicto, han apostado que era homosexual. Pero nunca he oido decir que sea un genio.

Wednesday, November 15, 2006

El orador


Habíamos quedado en las escaleras de Termibús para ir de allí al cine. Hoy tocaba El laberinto del Fauno, de Guillermo Del Toro. Tengo mal recuerdo de una de sus películas y si al final he ido, es sólo porque Susana ha prometido ponerse a mi lado para taparme los ojos cuando saliesen tripas y eso.

Otra vez demasiado pronto, he pensado mientras salía de la boca del metro asumiendo, al menos, diez minutos de tedio. Pero resulta que allí fuera había un borracho desterrado de la estación de autobuses, con buen humor y muy teatral y, aunque estaba bien servido, no tenía mal aspecto: cabello oscuro, largo, con flequillo; barba rala; ojos negros, rasgados, brillantes y una boca elástica que parecía de goma. Vestía un polar azul y vaqueros.

Me senté en la escalinata y me dediqué a escucharle:

¡Historia!

Anoche me emborraché con doscientas o cuatrocientas botellas de vino, mi hermano Antonio me jaleaba.

Soy Colón, que te estaba saludando. Venga, tú, rodilla al suelo. Si estuviera Antonio, cantaría.

¿Cómo es la trompeta? Paraprapapapapapero.

Séptimo de caballería, lo mismo: para cortarles las piernas a ellos y no a los caballos.

¡Historia, a tomar por saco!

Y ahora que hay televisión: "¡Todos al suelo, que quiero un euro de castañas!" Y todo para salir en la televisión. "¡Mecá en tó, que ya hablaremos! Ahora, todos al suelo". Jodé la que se ha montado en el parlamento... treinta disparos: ratatatatatatata.

¡Historia!

Más culpa tienes tú, por tener un coche de... treinta caballos. Yo voy en bicicleta.

Tu eres testigo de que yo estaba aquí cantando por Soleares.

Anda el gallo enamorado de una gallina buena. El gallo le dice: "hey, pollita, la rumba vino del otro mundo". Cataluña la grabó mil veces, la masterizó.

"¡Que viene Herodes! Cesar, los que te van a tocar la sopleta os saludan".

¿Qué mas te da que baile o que trabaje si me pagan lo mismo?

¡Qué bien huele la calle, la calle que bien huele a especias!

Qué alegría, Juantalamera, aguántate la vela. Me llamo Juantalamero, porque si me llamase jauntalamera mearía sentado. Y no me gusta.

No he matado a nadie, me llamo Carlos: amaos los unos a los otros.


Entre tanto, Silvia y Susana ya habían llegado. Fue ella la que me dijo, mientras miraba fijamente al borracho:

En cierto modo, ¿No te da envidia?

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Ese borracho era el chulo de Alcibíades, un tipo al que invité el otro día a comer a mi casa, menudo festín que organicé. Pues bien, llega totalmente ebrio a mi bello hogar y empieza a lamerle los pies a otro invitado, un pelma que después de haber lucrado el lambrusco se puso a disertar sobre una tal Mantinea y un tío que era un cochino, Eros, dijo que se llamaba, y de la búsqueda de los cuerpos bellos( no te fastidia el tío). Todo esto porque otros dos fulanos, Pausanias y Aristófanes, se habían empeñado en seguirle la corriente al cursi de Erixímaco, que empezó a soltar majaderías para ensombrecer mi victoria en las fiestas Leneas, que era el objetivo real de reunir a tan estúpidos y aburridos invitados. Afortunadamente se largaron pronto y pude terminar de ver unos viejos capítulos de Friends así como consultar la guía para completos idiotas sobre el Marxismo.

7:18 AM  

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