Visitas

Trabajan en el despacho de la A8. Les hago una visita. Eso se dice mucho en la facultad: hacer una visita. Hacer una visita supone distraer y distraerse un rato, y puede derivar en horas y horas de cháchara. Por ejemplo: vas a una aula de pintura y ves a Jontxu pintando, qué bien. Le haces un gesto con la mano y, a continuación, la pregunta clave: ¿Una Coca- Cola? No lo piensa mucho –nadie se lo piensa-, si acaso, finge contrariedad para guardar las apariencias. Pero la rapidez con que deja la paleta y los pinceles allá donde caigan le delata: pues vamos. Nos sentamos en cualquier esquina con las latas y vemos a la gente pasar. Algunos paran y el tiempo empieza a diluirse.

Visito a Leyre y a Diana -mi Leyre, mi Diana-, decía:

D: Tenemos algo para ti, Javiolo.

L: Te va a gustar. Ya verás...

Yo: (qué nervios)

L: Dáselo, Diana.

D: Mira...

Yo: ...

L: Se te ha quedado cara de tonto, Javivi...

Y es verdad.

Yo: Gra... cias. Qué majas. Muchísimas gracias. Mírala... es la mejor...

Cómo saben: es una foto ampliada de Catita -mi sobrina-, impresa en papel de grabado. Sale comiendo. Tiene los cachetitos embadurnados de chocolate. Lleva coletas y parece apunto de decir algo ingenioso.

Ojalá fuese yo capaz de algo ingenioso, para no decir sólo: bueno... estaré en los ordenadores.
Salgo a prisa del despacho, antes de que me vuelvan a ver la cara.