Envenenamiento ma non tropo
Los trabajos de los servicios de inteligencia dan frutos con premura y sin pretenderlo: he conocido a una amiga tuya, rubia, de pelo rizado, comenta mamá. Quién, pregunto. Va a pilates conmigo, añade. Me ha dado recuerdos para ti. Y para Pablo. Ah... la bibliotecaria, aventuro. Sí, dice que eres muy serio, que no hablas nada, que Pablo sí. Que vais mucho por allí. Ya, bueno.
Ajá. La bibliotecaria, rumío. Bien. Bien. Muy serio. Pilates. Muy serio. No hablo. Muy serio. Pilates. Recuerdos para ti. Pablo sí. Rubia. Bien. Que vamos mucho por allí. Muy serio. Quizá haya percibido esa mueca inevitable que emerge de la desconfianza cuando me sella los libros, ella que es la principal sospechosa de la conjura que me acecha (y me castra, sí) desde hace varios meses y altera el orden natural de mis lecturas. Ella, el topo rizado de la literatura pública. Estoy por pedirle a mi madre que registre el bolso de la bibliotecaria en un momento de distracción, en el vestuario, si lo hay, o donde sea, y compruebe si se pasea por ahí, tan pichi, con Las correcciones de Franzen. Pero no quiero involucrar a mi madre, de momento, en esta guerra de nervios. Tal vez si las cosas se ponen más feas.
Pergeño un nuevo plan. Para darle mayor enjundia, dibujo un croquis en planta y alzado de la biblioteca y pongo nombre a la operación, Envenenamiento ma non troppo: mientras trato de descifrar a duras penas, si acaso es posible, V., de Pynchon, iré arramplando en la biblioteca con todo lo que tengan de Antonio Gala y Paulo Coelho. Pista falsa. Sembrar desconcierto. Y a esperar que pique. Que pique, que pique.
3 Comments:
Si sacas de la biblioteca algo de Coelho, el envenenamiento lo sufrirás probablemente tú ... [A pesar de que no he leído nada de él, le tengo una mijita manía].
Y creo que haces bien en no meter a tu madre en esto; Pilates no es compatible con biblioteconspiraciones.
Sembrar desconcierto. Que pique. Una estrategia muy... tuya. Tuya, tuya.
Aunque siempre puedes terminar apuntándote a pilates.
Tan pichi... Y con Pynchon. Qué provocación.
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